He de hacer una confesión que tarde o temprano tenía que llegar, porque el tiempo no pasa en balde: ya he destetado a mis mellizos. En algún momento tenía que suceder, y ha sucedido con sus 30 meses cumplidos. El destete lo he promovido yo, y os quería contar mi experiencia y mis razones.
Mi experiencia personal con la lactancia de mellizos (incluyendo las complicaciones de inicio, como pezones planos, problemas de agarre y grietas) las teneis en este post. También mi experiencia con el colecho, la lactancia simultánea y las tomas nocturnas, incluyendo el destete por la noche.
Solo quedaba compartir con vosotras el fin de la lactancia, aunque no por eso dejaré de lado el blog porque la experiencia de cualquier persona puede ser valiosa para otras, sobre todo cuando se trata de esos mirlos blancos que somos las madres míltiples que dan lactancia exclusiva a mellizos 6 meses y siguen con la lactancia hasta pasados los 2 años y encima hablan fenomenal de la experiencia.
Cada madre múltiple es un mundo y seguramente mi experiencia no se parezca a las de las demás: si alguna madre múltiple lee esto y quiere dejar su experiencia en los comentarios será más que bienvenida.
Mis motivos
En mi caso yo ya tenía a mis mellizos mamando dos veces al día, tres a lo sumo: una toma nada más despertarse, totalmente exigente so pena de liarla pardísima, y la toma del reencuentro tras venir de trabajar. Los fines de semana, la toma tras la siesta, también obligatoria so pena de montar un berrinche. Solamente "bajo techo", en la calle no pedían nunca, ni siquiera viendo a otros niños de su edad.
La de por la mañana en el fondo la impuse yo porque me sentía culpable cuando les cambié de guardería y no les quise quitar también la toma, y pronto me arrepentí de la decisión porque vi que había creado una costumbre mañanera que después se me hizo fastidiosa. La toma de "la vuelta al trabajo" era la única que hacía más ilusión porque era un momento de reencuentro y caricias, pero claramente todas sus tomas eran “por rutina”, “de costumbre”, no por hambre ni por necesidad de otro tipo: no mamaban fuera de casa, ni pedían teta fuera de "sus horas", ni tenían "envidia" cuando veían mamar a otros niños.
La mayoría de niños se destetan espontáneamente entre los 2 y 3 años de edad porque pierden interés en la teta, pero ya os digo que los míos no tenían pinta de renunciar a sus rutinas pese a la edad. Además al ser dos, el destete lo iba a marcar el más "tetero", porque el otro simplemente por imitación iba continuar también.
En estas que surgió la oportunidad de hacer un viaje de trabajo de apenas tres días y decidí aprovechar mi ausencia para “forzar” el destete. No es que fuera un viaje obligatorio ni determinante para mi futuro, pero en su día vi una oportunidad laboral y una posibilidad de intentar que mi regreso los peques ya no se acordaran de la teti.
El destete
Les di una última toma el mismo día de mi partida (ainnns, yo sabía que era la última, ellos no, porque la verdad es que aun con 30 meses "pasan" bastante de las explicaciones que les das). Las madres lactantes siempre nos repetimos “tengo que recordar para siempre estos momentos, su mirada, estas caricias”, pero luego siempre se nos borran de la memoria. Unas 56 horas más tarde me reencontraba con ellos, sin que aparentemente me hubieran echado de menos (siempre han sido unos niños bastante despegados y capaces de estar contentos sin su madre, muy confiados y con apego con el padre), y desde luego sin haber pedido teti ni una sola vez. Como ya era tarde no hubo toma en el reencuentro.
Pero al día siguiente ellos reclamaron su toma matutina (pfff, era sentarme en el sofá y echarse encima, en plan pavloviano) y cuando se la negué sí lloraron un poco. Nada que no se pudiera solventar distrayendo su atención con un batido, pero siempre es triste ver a tus hijos llorar por algo que en el fondo sí les puedes dar, pero no quieres. En esos momentos, la voluntad flaqueó, para que os voy a engañar.
La escena se repitió un par de veces más en los momentos “rituales”, hasta que el Angelito2 comprendió enseguida que “teti no” y no volvió a sacar el tema. Al Angelito1, que es más insistente, le costó un poco más, e hizo algún intento de arrimarse a ver si caía algo, y estuvo preguntando por la teti. Hasta que como su hermano le decía "no, teti no", asimiló la noticia.
A nivel fisiológico solo diré que estuve con los pechos un
tanto hinchados una semana o asi, sin llegar a ser realmente doloroso, y
luego vuelta al estado normal. Es curioso pero incluso varios meses después
seguía saliendo leche espesa si me apretaba.
La realidad ahora es que el momento de intimidad en mi reencuentro tras el trabajo se mantiene: mis hijos me obligan literalmente a sentarme en el sofá, empujándome para que me recueste, y se ponen una a cada lado, les paso un brazo por detrás al mismo tiempo como si fueran mis polluelos y ellos se pelean para turnarse en echarse encima mío y que les achuche, pero sin reclamar teti. Ya no vuelven a repetir “teti no”, aunque el Angelito 1 cuando llevo escote se restriega, mete mano y dice "teti" como quien añora un juguete que ya no está.
Y así estamos. A veces sigo tentada de sacarle la teti al Angelito 1 para ver si quiere chupetear, pero es que el destete es un duelo que tarde o temprano hay que afrontar, tampoco me parece "sano" intentar retrasarlo para no afrontar el duelo de que los niños crecen y realmente ya no necesitan la teti.
Hay una edad en la que la teti ya no es comida: es un "bombón" que da calor, consuelo, analgesia, y sirve para controlar berrinches. Pero cuando para eso ya se pueden utilizar las palabras y los abrazos porque el niño ya tiene más entendederas, y está en la edad de que no hay teti que le calme las rabietas, tampoco creo necesario prolongar la lactancia por rutina si la madre está ya cansada.
Reflexiones
Las ultraortodoxas del destete respetuoso se me echarán encima por haber hecho llorar a mis hijos, en vez de esperar pacientemente a que mis hijos me rechacen. Aunque eso supusiera esperar a los 5, 6, 7 años. Realmente, quizás no volvería a hacerlo así; lo de aprovechar una ausencia corta no sirve de nada porque los chiquillos se acuerdan, y promover una ausencia larga es una pequeña crueldad. Pero en su momento lo creí pertinente y aunque yo siento nostalgia, ahora los tres estamos bien.
Si la lactancia se ha disfrutado, como es mi caso, el destete siempre es algo triste, aunque sea deseado. Si realmente la madre que le va a resultar traumático, claramente digo: no al destete. Pero si lo madre peinsa en ello con cierta ansiedad e impaciencia, quizás va siendo ahora de plantearlo, sobretodo si ya estamos hablando de niños de más de dos años. Reconozco que a veces he estado pensando en intentar relactar solamente por lástima, pero otra parte de mí me dice que me arrepentiría porque ahora estamos cómodos así, y yo no quiero volver a las tomas por rutina.
A veces se amenaza con que el destete supone más trabajo: más juegos, más consuelo, más brazos. Pero al menos con la edad que tenían mis hijos no ha sido así: es una edad difícil, con rabietas, peleándose entre ellos por estar conmigo, con claras necesidades afectivas, pero ya no están en edad de taparles los llantos con pezón, si no con educación, afecto y contención.
¿De qué me lamento? Pues de que mis hijos no han vivido la lactancia en edad de acordarse bien (4, 5 años) y de que en el futuro no podamos recordar juntos sus peleas al pecho, sus comentarios de "mmmm, ¡qué rica!", sus desmayos melodramáticos de satisfacción, su cara de gustirrinín acariciando la teti como si fuera un peluche muy suave, el lado que tenía cada uno asignado. De haberlos destetado antes de que tengan el lenguaje demasiado desarrollado como para que me expliquen sabores y sensaciones. Ahora tienen que fiarse de mi testimonio y de unas pocos fotos.
Aiinnns, mis angelitos, mis príncipes, espero que podais
perdonarme mi falta de paciencia esperando que se os pasara el interés
por la teta.
Tal dia como hoy mis hijos cumplen 3 años: 3 años de hacerme mamá,
aunque yo ya me sentía mamá cuando les estaba buscando. ¿Quien ha dado la vida a quién?
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