21 de marzo de 2014

5 artilugios relacionados con la lactancia en las que no merece la pena gastarse el dinero

¡Que se lo gasten otros!.
Los artículos de lactancia que voy a enumerar a continuación son un claro ejemplo de objetos superfluos que son estupendos para tener si nos los han regalado, pero que si nadie nos los ha comprado ni nos los puede regalar, tampoco merece la pena que nos gastemos mucho dinero en ellos para incluirlos en el ajuar de nuestro bebé.


1) Cojín de lactancia "pijo"
Personalmente no veo mucho sentido en que una madre "única" se compre un cojín de lactancia, sea del tipo que sea. Los pequeños, de tipo media luna, rígidos, me parecen directamente un atraco y una tomadura de pelo. Los grandes en forma de banana, rellenos de bolitas, son igualmente caros y pueden ser fácilmente sustituídos por una almohada de la consistencia adecuada.
Para las madres múltiples que deseen dar el pecho a sus gemelos de forma simultánea, el cojín de lactancia es muy recomendable, pero como seguramente se abandonará su uso pasado uno o dos meses, tampoco merece la pena gastarse mucho dinero en ellos. Se puede comprar de segunda mano o si nos animamos y tenemos tiempo, coser uno nosotras. Pero muchas madres múltiples se han apañado igualmente con los cojines y almohadones que todo el mundo tiene en casa.
 
2) Empapadores de pezones "de marca"
Los protectores que evitan los rodalones en la ropa son importantes durante el primer trimestre de la lactancia, sobre todo cuando nos separamos del bebé más de dos horas por cualquier motivo y zasca, goteamos a traición.
La cantidad de leche que se desperdicia por el goteo de un pecho mientras "funciona" el otro no es nada desdeñable. Las lactadoras múltiples no tenemos ese problema porque casi siempre...hay alguien mamando del otro pezón, pero por si acaso venden unas pezoneras de plástico que permiten recoger volúmenes pequeños de leche. Estas pueden ser interesantes para las que quieren empezar a congelar leche pero no tienen tiempo ni producción suficiente como para extraerse volúmenes muy grandes, peeeeeero antes de comprárselas hay que analizar si realmente vamos a necesitar tanta colección de leche o si no se nos va a caducar antes esa leche antes de utilizarla.

La calidad de los protectoresde pezón "de algodón", que es a los que yo me refiero, difiere: los hay con mayor o menor diámetro, más o menos gruesos, con la pegatina arriba o abajo, que se doblan o no...Poco importa: todos se pegan mal al sujetador y al final acaban sueltos y arrugados. Su uso se limita al primer trimestre de lactancia: después la lactancia se regula y ya no hay goteos traicioneros, porque la producción de la leche es a demanda y el pecho no está rebosante entre tomas.
Además su uso por rutina no está aconsejado, al ser un reservorio de gérmenes y de humedad que perjudica la salud del pezón. Es mejor que los pezones estén al aire y se dejen secar, y como mucho limpiar las últimas gotas de leche que puedan haber quedado si el goteo ha sido importante para evitar focos de infección.

En el caso de mujeres que hayan experimentado grietas o heridas en el pezón este consejo es importante: cierto que el pezón tan ultrasensible duele al rozarse con la ropa, pero no debe protegerse a costa de estar en contacto con algodones húmedos.

Por tanto comprar una caja de protectoresde de marca blanca da de sobra para usarlos en el primer trimestre de lactancia cuando queremos salir de casa sin manchar. Para estar por casa, es mejor no

llevar nada, salvo un sujetador sufrido y ropa que no importe manchar. Y si vamos a salir de casa pero el
rodalón no es probable, un sujetador con relleno es protección de sobra para recoger una eventual gotilla.
Los protectores pueden volver a ser necesarios si volvemos al trabajo y vamos a estar muchas horas sin alimentar al bebé. En ese caso una subida repentina de la leche puede volver a generar episodios de fugas. Pero repito:  no merece la pena gastarse un extra de dinero en protectores sofisticados de farmacia.


3) Bolsas para la congelación de leche
Son prácticas para recoger y guardar la leche en el congelador, pero son demasiado caras para convertirlas en una compra estable, y se pueden sustituit por otros envases no desechables.
Además, y aunque han mejorado con respecto a las primeras bolsas de leche que comercializaban, siguen siendo un poco aparatosas a la hora de conectarlas al sacaleches, mantenerlas de pie de forma estable sin la ayuda de una taza o vaso, mantenerlas indeformables en lo que tardan en congelarse, cerrarse sin romperse, abrirse de forma fácil sin desperdiciar mucha leche, etc.

Las antiguas bolsas de Medela por ejemplo, no tenían cierre zip y su cierre (con un alambre como los de las bolsas del pan de molde) era engorroso y antihigiénico. Las bolsas no se sostenían de pie por sí solas y había que enfriarlas en la nevera antes de congelarlas metidas en una taza (que la que yo elegí para tal fin tuviera una figura de vaca es pura coincidencia).
 Un cajón de congelador lleno de bolsas de leche congelada puede llegar a tener un aspecto bastante caótico. Es dificil colocarlas porque se deforman fácilmente al congelar la leche. Para descongelarlas en nevera también es conveniente meterlas en otro recipiente.


Las bolsas de congelación de alimentos normales también pueden almacenar leche, pero suelen ser demsiado grandes, no se cierran de forma práctica y no siempre tienen marcas de volumen.
contienen, pero se pueden usar.

Los biberones viejos sin tetina pueden usarse perfectamente, al igual que frascos de cristal grueso de diferentes tamaños. En una entrada anterior hablé de cómo conservar pequeños volúmenes de leche. Normalmente se desaconseja los botes de cristal por si los factores de inmunidad de la leche se pegan al cristal, pero no comparto esa obsesión por los anticuerpos de la leche materna, como si fuese lo único bueno que tiene con respecto a la leche artificial.

No hace falta gastarse mucho dinero en esto: se puede recoger la leche en el bote que viene con el extractor, observar el volumen final y traspasar la leche a otro recipiente convenientemente rotulado.

Además antes de obsesionarse con congelar grandes volúmenes de leche hay que pensar si realmente los vamos a necesitar con la vuelta al trabajo, porque si por edad y número de tomas del bebé podemos usar la leche extraída del día anterior, podemos encontrarnos con el problema de tener que gastar a marchas forzadas toda la leche congelada antes de que caduque (como me sucedió a mí!!)

4) Sacaleches manual
Antes de comprarse un sacaleches hay que saber seguro qué necesidad de extraernos leche vamos a tener. Comprarse un sacaleches antes de tener al niño y después renunciar a la lactancia a las primeras de cambio no tienen mucho sentido. Comprarse uno muy bueno si no tenemos pensado volver al trabajo remunerado pronto, tampoco.
Si una mujer sabe a ciencia cierta que cuando vuelva al trabajo va a querer extraerse leche para su bebé durante un tiempo, lo recomendable es un sacaleches eléctrico doble de buena calidad, sin dudarlo.En ese caso no hay que remendar de viejo, aunque venden sacaleches de ese tipo (sin usar!!!) de segunda mano.
Como realmente los buenos extractores son caros, existe la tentación de comprarse uno manual.
Yo sólo los recomiendo para las mujeres que no tienen trabajo remunerado, no tienen necesidad de tener grandes cantidades de leche congelada (si acaso alguna reserva para poder alejarse del bebé unas pocas horas), no tienen pensado dar el pecho más allá de unos pocos meses o, por algún motivo, no se apañan con la extracción manual.

Si sólo se quiere sacar un poco de leche y de higos a brevas, merece más la pena dedicar tiempo a ensayar la extracción manual que comprar un sacaleches manual en la farmacia, que seguramente no nos guste porque nos acaba doliendo la mano, hay que dedicar bastante rato en extraerse de los dos pechos, y es menos eficaz y eficiente que los eléctricos.

5) Sujetadores de lactancia sofisticados
Una lactancia exitosa se puede ir fácilmente a uno o dos años, y continuar mucho más tiempo. ¿De verdad alguien piensa que una mujer puede aguantar todo ese tiempo desabrochando corchetes y enganches de sujetadores específicos de lactancia, cada vez que su hijo pida teta? ¿O simplemente verse en el espejo con los (normalmente) horribles y sosos sujetadores maternales? ¿O comprarse varios pares de sujetadores de lactancia de los caros, para abandonarlos a los pocos años?
Y ya no digamos su complemento: camisas para la lactancia, muy discretas ellas, diseñadas especialmente para que se vea el mínimo trozo de piel cuando queramos amamantar al bebé en público, y así esconder tan vergonzosa actividad de ojos ajenos. (Eso sí, después nos pondremos un bikini super sexy para ir a la playa...)

Que no hombre, que no: que para los primeros meses, basta con sujetadores deportivos, sujetadores viejos que podamos levantar sin preocuparnos de que se deformen mucho y sujetadores viejos con relleno que no nos importe que se acaben estropeando porque ya nos compraremos unos bien bonitos y chulos. Es más importante que no aprieten el pecho demasiado (para evitar ingurgitaciones) que el hecho de que tengan enganches especiales en los tirantes.
La ropa específica para la lactancia es superflua igualmente: una camiseta normal que se pueda levantar o una camisa con un top debajo (levantamos el top, abrimos la camisa lo justo) hacen el mismo uso y las podremos seguir usando cuando hayamos destetado al bebé.

¡Basta de consumismo absurdo y de caer como borregas en las garras de las marcas comerciales, que quieren que nos sintamos culpables y malas madres si no nos gastamos el dinero en sus productos! Todo lo que necesitamos para la lactancia de nuestro bebé nos viene gratis de serie.
Sólo merece la pena invertir tiempo y paciencia en la lactancia, para que dure lo más posible: eso sí es realmente importante.

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