5 de junio de 2014

Enemigos sutiles de la lactancia materna (II): Exceso de pudor (incluso en salas de lactancia!!!)

Voy a aprovechar una experiencia personal para sacar a colación un tema polémico.

En el centro comercial que yo frecuento hay tres salas de lactancia, y cada una tiene unas particularidades.

La que solemos utilizar está en un extremo del parque comercial, lejos de la zona de tiendas y en un extremo de la zona de restaurantes, y pueden entrar padres y madres. Tiene cambiador y mamparas con cortinillas para dar el pecho (o el biberón!!!) en la intimidad, pero es incómoda porque al estar en un extremo del centro comercial, tienes que dar "largos" paseos para ir y volver de la zona de tiendas a la sala de lactancia. Al final parecemos lanzaderas, centro comercial pa'rriba, centro comercial pa'bajo.
 
En un punto intermedio del centro comercial, entre la zona de restauración y la zona de tiendas, en una situación estratégica y privilegiada, están las otras dos salas.

En realidad una es una "sala de familia" en la que se puede entrar también a dar el pecho. Hay juguetes para niños mayores, y taburetes y sillones para las madres con bebés. No hay mamparas ni cortinas para garantizar la intimidad, está siempre abarrotada y el griterío de los chiquillos es infernal. Asusta un poco nada más entrar.

La otra sala se publicita como "sala de lactancia materna", y no "sala de lactancia" a secas, y la anécdota consiste en que un día descubrimos qué significa esa diferencia.

Un día a mi pareja y a mí nos dio pereza cruzarnos medio centro comercial para ir a la sala de lactancia habitual y decidimos probar suerte en las otras dos. Como la sala de familia parecía un circo y no había sitio, entramos en la sala de lactancia materna, que estaba vacía. Era idéntica a la sala de lactancia a secas, pero nada más poner el pie el vigilante de seguridad nos avisa a través del interfono que está prohibida la presencia de hombres, que la sala era solo para madres. "Pero es que nosotros tenemos mellizos, y es necesario que el padre esté ayudando para no armar jaleo". Da igual. "Pero es que la sala está vacía". Da igual. "Pero es que aunque entre alguien no importa, porque hay mamparas y cortinillas para garatizar la intimidad". Da igual. No hicieron una excepción con nosotros, y nos tuvimos que ir a la sala de lactancia del otro extremo del centro comercial, donde pueden entrar hombres.

Nos chocó tanto que pusimos una reclamación, en la que nos quejamos de lo absurdo de no dejar entrar a los padres en una sala de lactancia con cortinillas para garantizar la intimidad de las mujeres que no quieren que ningún ser sobre la tierra las vea dar el pecho, no vaya a ser que las reconozcan por los zapatos perpetrando tan grotesca acción. Nos contestaron muy educadamente que la sala sólo para mujeres existía porque había demanda de usuarias. Así que por lo visto existen mujeres con necesidades extra de intimidad en mayor proporción que parejas que van juntas a dar el pecho y parejas con mellizos (que son 1 de cada 80).Y para ellas se ofrece la sala de lactancia mejor situada del centro comercial.


No me cabe duda de que los centros comerciales quieren satisfacer a las clientas y dan respuesta a las necesidades familiares, creando salas de lactancia para todos los gustos.
Puedo entender el pudor y puedo entender que una madre quiera intimidad absoluta a la hora de dar de mamar, pero eso es lo que explica la existencia de mamparas y cortinas en las salas de lactancia. ¿O acaso también da pudor que se vean los pies de la madre por debajo de la cortinilla?

No veo positivo para la promoción de la lactancia que los padres tengan que ser excluidos de ninguna sala de lactancia, cuando hay otros mecanismos para preservar la intimidad de las mujeres.  No deja de ser sexista, en este caso contra los varones. 
Incorporar a los hombres a la normalidad de las funciones reproductoras de las mujeres beneficia tanto a hombres, como a los bebés, como a las propias mujeres. Los hombres han estado secularmente apartados de los partos, por considerarse antes "sólo cosa de mujeres", y se acercaban a la cama del parto cuando la mujer ya estaba con las piernas cerradas y bien tapadita de cintura para abajo. Sin embargo, la entrada del padre al paritorio beneficia psicológicamente al padre y a la madre y contribuye a que los padres se impliquen desde inicio en el cuidado de los bebés, repartiendo la corresponsabilidad de la crianza de forma más equitativa.
Pues ídem con la lactancia. Aunque fisiológicamente sea la mujer la que pone la maquinaria, el varón también se implica en el proceso, dando su apoyo. Marginar por pudor a los varones de la lactancia no beneficia ni a los varones, ni a las mujeres, y si no beneficia a los padres tampoco beneficia a los niños. Hay mujeres que se "esconden" en su propia casa cuando tienen que dar de mamar delante de varones de su propia familia. Esto es incómodo y poco práctico y a todas luces puede ser visto como un contra de la lactancia, porque a nadie le da pudor dar un biberón delante de nadie, así que a más de una madre le puede parecer que la lactancia artificial perjudica menos su vida social y le da menos quebraderos de cabeza para desenvolverse en público.


Por algún extraño motivo la gente piensa que dar el pecho es ponerse en plan FEMEM, cosa incompatible con la discreción, el buen gusto y el respeto hacia los sentimientos pudorosos de los demás:




Existe también otro fenómeno que es la confusión acerca del motivo de la existencia de las salas de lactancia. A más deuno le puede parecer que si existen es para que las madres las usen de forma obligatoria, y que dar el pecho fuera de ellas sólo se comprende cuando estas salas no existen. Por eso se dan casos de comercios que invitan a clientas a salirse de su local e irse a la dichosa sala habilitada, con lo que se suele montar un importante revuelo de madres indignadas que hacen tetadas de protestas y la cosa llega a los medios de comunicación.

 Las salas de lactancia están para garantizar la intimidad cuando se desea (imaginad a alguien en mi caso, que si quiero dar el pecho simultáneamente a mellizos tengo que ponerme directamente en top less, y me tengo que sentar por fuerza).
Es cierto que lo más cómodo es sentarse en el blando butacón de una sala de lactancia en vez de hacer acrobacias en el pasillo de una tienda abarrotada, pero quien no entienda que hay veces en que es más práctico dar de mamar mientras se va de compras es que no entiende algunos conceptos básicos de la lactancia, como que la lactancia es a demanda y que hay niños que cuando quieren teta, quieren su teta de inmediato o montan un pollo importante, molestando mucho más a los demás clientes. Y también que si hay que cruzarse medio centro comercial para meterse en una sala de lactancia, el proceso se vuelve mucho mas incómodo y hay madres que prefieren ir a lo fácil y no interrumpir su compra.

Un último argumento de los contrarios a dar de mamar en público es que es obsceno, igual que es obsceno sacarse el pene en público para mear o enseñar el culo en cualquier parte para cagar, siendo todos ellos procesos muy naturales y necesarios. Honestamente, no me parece comparable ni en términos de higiene, ni impacto visual sobre los demás, con dar de mamar. Esto repito que en un contexto playero se entiende pero al parecer, eso de sorber pezones y no por diversión se sigue viendo pornogrráfico por fuerza.
Las mujeres pueden hacer topless en la playa y los diseñadores de moda insiten en que es cool llevar shorts que enseñen media cacha y el piercing del ombligo, pero a las mujeres en general parece que les sigue dando mucha vergüenza (y a los hombres, vergüenza ajena) enseñar un fugaz pezón antes de poner a mamar al niño.

La sexualidad imperante sigue siendo profundamente falocéntrica, y son las mujeres las que tienen que amoldarse a la idea de sexualidad masculina y no a la inversa. Por ello, el pecho femenino sigue siendo  eminentemente un reclamo sexual que despierta ideas libidinosas. Las mujeres "bien educadas" tienen que esconderlas con modestia de la visión varonil, cuando lo que tenía que comprender la sociedad es que la función principal de las mamas es dar de mamar (y que si a los hombres heterosexuales les parecen estupendas, es un efecto colateral) y que funciona mejor lo de dar de mamar cuando la mujer no tiene que esconderse, ni renunciar a su vida social, ni separarse de su grupo, ni sentirse avergonzada o apurada, ni complicarse la vida, porque eso es un factor en contra de que las mujeres quieran seguir dando el pecho largo tiempo, que es lo recomendable en términos de salud infantil.


Un eje primordial de la promocion de la lactancia materna (que es una cuestión de interés sanitario tan importante como combatir el sedentarismo o inculcar buenos hábitos alimentarios) es facilitar la vida a la madre lactante, y no complicársela. Eso significa promover cosas como que las mujeres no se vean culpabilizadas por dar el pecho cuando y donde toque, ni tengan que esconderse, ni comprometer su vida social, ni tener que resolver dilemas morales, ni sentirse culpables cuando dan de comer a su bebé  porque tienen que priorizar los sentimientos de los varones del entorno.
Las mujeres tienen la responsabilidad de exigir su derecho a existir y a ejercer como madres sin sentir presiones ni vergüenza y a relativizar el exceso de pudor, que desaparece en cuanto compruebas que se puede dar el pecho en público sin enseñar nada y con discreción y que la lactancia tampoco consiste en desnudarse.

Estamos en el siglo XXI

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