10 de junio de 2014

¿Estás preparada (psicológicamente) para la lactancia?


No me gustan ni las mujeres que meten miedo a las demás pintando la lactancia natural como algo muy negativo (que si duele un montón, que si se te quedan las tetas flácidas, que si te pasas todo el día con la teta fuera...) ni las lactantes de cuento de hadas que lo describen todo de forma idealizada, para las que la lactancia es todo placer, gustirrinín y conexión hipermística entre madre e hijo, y que están convencidas de que su bebé, gracias a que ha recibidio leche materna, será mucho más inteligente, espabilado y hasta guapo que los que han recibido biberón, que han sido poco menos que envenenados.
Tampoco me gustan las mujeres que empiezan a dar el pecho "porque les han dicho que es lo mejor y quieren saber cómo es la experiencia" y al menor dolor y contratiempo, se pasan corriendo al biberón, eso sí, "admirando mucho a las que dan leche materna". O las que dan el pecho salvo cuando quieren que el bebé duerma 3 horas en vez de dos y así tienen más tiempo de charlar tranquilos con las visitas, y meten biberones de refuerzo para atiborrar al niño y dejarle planchado.
Y tampoco me gustan las mujeres que abandonaron a disgusto la lactancia porque tuvieron problemas y mal asesoramiento, y al final la falta de apoyo precipitó el destete involuntario, y se quejan amargamente de la presión a las que se ven sometidas mujeres como ellas por parte de las "talibanas de la teta".

La lactancia es un proceso que no da muchos quebraderos de cabeza si te la tomas con la actitud adecuada, pero requiere mucha convicción, información y constancia si las cosas se tuercen. Antes de emprender la aventura de la lactancia las mujeres deberían plantearse si realmente están preparadas para lo que la lactancia supone.

Realmente una mujer está preparada para dar el pecho si está dispuesta a afrontar los siguientes retos:

1. Si caes en malas manos, estás sola y perdida
Lamentablemente, los conocimientos desactualizados de los profesionales de la salud y las malas prácticas en atención a neonatos hacen que muchas madres salgan del hospital con problemas de lactancia: lactancia mixta que dificilmente se volverá materna exclusiva, niños que ya han aprendido a usar el biberón y ahora rechazan el pecho, madres con la autoestima baja que se han creído la cantinela esa de que no tienen suficiente leche, y lo peor de lo peor: madres/suegras reafirmadas en su idea de que eso de la lactancia es una tómbola y que a la mayoría de la gente le toca "mala leche/poca leche/el niño no engorda"-"ya te lo decía yo, con biberón se crían mejor y tan ricamente". Por mucho que haya carteles en los muros fomentando la lactancia materna y en los cursos de preparación al parto se diga blablablabla,  la realidad es que una madre primeriza que quiera dar el pecho tiene la sensación de que está sola y perdida y tiene que buscar ayuda, no siempre fácil de encontrar. Pero no hay que asustarse: cada vez son más las madres lactantes experimentadas, los profesionales especializados en lactancia y los talleres de apoyo a la lactancia, así que quien no busca ayuda es porque no quiere.

2. Los inicios pueden ser duros
Y sí, puede haber dolor. A la mayoría de la gente le va fenomenal, pero en el primer mes son frecuentes los pequeños problemas: el niño no se acaba de agarrar bien, llora más de loque nos gustaría al pecho, se duerme y hace pocas tomas, no acaba de coger peso, el pezón está hipersensible y acaba maltrecho, te tienes que hiperestimular con el sacaleches...El primer mes es de rodaje y no todo el mundo entiende eso, y muchos se lanzan al biberón a la primera contrariedad.¿Estás preparada para tener paciencia, no asustarse y buscar asesoramiento para evitar o solucionar problemas? Antes de que te des cuenta ya habrás cogido el ritmo y todo fluirá con menos quebraderos de cabeza.

3. La lactancia atraviesa muchas fases
Si no la enfocamos de forma correcta, la lactancia puede ser  desconcertante. A las dos semanas de nacer, cuando ya empiezas a cogerle el tranquillo, ZASCA. Pico de crecimiento, aumenta la demanda. Al mes, otro tanto. A los dos o tres meses, cuando ya parece que la cosa fluye, HORROR. El niño berreando sin motivo, qué narices pasa. Pasado el cuarto-sexto mes, cuando todo vuelve a su cauce, PATAPLON, qué narices pasa que el niño se despierta tanto por la noche. Cuando volvemos la trabajo, o pasado el octavo mes, el niño que no se suelta ni a sol ni a sombra.Y qué decir de la fase...¡¡ÑACA!! ¡¡MORDISCO!! Realmente en la lactancia no te aburres...cuando crees que todo es una balsa de aceite y todos los problemas se han  solucionado, surge una fase nueva. Todas ellas son transitorias y tienen un fundamento biológico. Hay que tener paciencia para llegar a ese punto en el que la lactancia es una balsa de aceite y los momentos que se disfrutan son mayores en frecuencia y duración que los momentos en los que mandarías todo a rodar.

4. Te van a criticar
La lactancia sigue estando mal vista. No ya el hecho de dar el pecho en público, incluso aunque intentes taparte. Es que seguramente tendrás que dar explicaciones a alguien, en algún momento, en algún lugar, sobre por qué das el pecho más alla de los seis meses, o cuando has empezado a trabajar. Dar el pecho a niños mayores de un año sigue siendo un poco tabú. Y confesar que tus hijos mayores de dos años siguen pidiendo teta, es algo reservado para valientes. Sobre todo si son varones y hay gente que enseguida piensa en traumas edípicos. Cada vez somos más las mujeres que optamos por la lactancia prolongada, y las autoridades sanitarias nos dan la razón, pero hay que tener a mano el argumentario para responder a los criticones y a veces, respirar hondo ante comentarios impertinentes y groseros.

5. Ciertos aspectos vitales giran en torno a la teta
Dar el pecho significa revisar actos como el consumo de alcohol o medicamentos. Incluso hay que mirar el lado práctico de la ropa que nos ponemos. Ciertos aspectos de la crianza, como decidir cuándo se va el niño a dormir a otra habitación, quedan supeditados a su actitud ante la teta (si se despierta mucho por la
noche el momento de la independencia nocturna puede prolongarse más de lo planificado). Sacarse leche en el trabajo es una servidumbre como otra cualquiera, y llega un momento que estás hasta las narices. Tarde
o temprano, alguien querrá dar leche artificial a tu hijo e intentar vigilarlo puede suponer algún cabreo.  Si nuestra pareja no nos apoya puede haber tensiones maritales.También pueden aparecer sentimientos negativos, como sentirse una porn-star, una cerda alimentando gorrinillos o simplemente, un adefesio.
La vida durante la lactancia es todo lo complicada que una lo desee hacer, pero no faltará quien te haga creer que lactancia es esclavitud, una jugarreta machista de la naturaleza para tenernos atadas a los crios, una destrucción de nuestra belleza, un soberano aburrimiento, un agobio muy gordo. Habrá quien encima intente hacernos creer que gastarse la pasta en biberones, tetinas, artilugios y leches artificiales y tener que preparar biberones, esterilizarlos, limpiarlos, levantarse a calentarlos de noche, llevar neveritas aquí y allá, es el súmmum de la comodidad.

6. A demanda dia y noche
Si quieres tener hijos pero en realidad lo que quieres es un hijo-Tamagotchi, que duerma 4 horas entre tomas y no se despierte por la noche, está claro que la lactancia natural te va a parecer muy pesada.

Lo dicho: pusilánimes, cobardicas, reprimidas, inconstantes, almas de cántaro o simplemente poco motivadas, abstenerse.

La teta es para quien se la trabaja.

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