9 de julio de 2014

No eres rara: 10 pensamientos frecuentes en las madres lactantes


A continuación hago acopio de paranoias lactantes, es decir, pensamientos recurrentes en madres lactantes, propias de su situación y que tienden a remitir por sí solas e incluso desaparecen para siempre después o una vez progresa la lactancia. Estos pensamientos a veces provocan que las madres lactantes parezcan bichos raros y que la gente de su entorno no las comprenda. Incluso pueden provocar discusiones parentales acerca de la forma de crianza. No tienen por qué darse conjuntamente en todas las madres, pero las he escogido por ser preocupaciones frecuentes entre las madres lactantes.

1. Destete, qué penita
Da igual el tiempo que lleve el niño mamando. Da igual que hayamos superado con creces el tiempo de lactancia materna exclusiva recomendado por la OMS. Da igual que la lactancia esté resultando dura (mastitis recurrentes, grietas, lactancia diferida...) y que las noches sean malas, o que el niño esté demostrando claramente que ya no necesita el consuelo de la teta.
La lactancia es el último cordón umbilical que hay que cortar con el bebé. Los que no entienden que lactancia materna no es sólo alimento si no ante todo, vínculo, no pueden entender que a una madre, incluso aunque ya esté cansada de la lactancia y reconozca que su niño ya es muy mayor, tenga pesadumbre cuando piense en destetar sin vuelta de hoja. Destetar tempranamente puede llevar a la madre a tener sentimientos de frustración, fracaso, inferioridad  y culpabilidad, sobre todo si es un destete forzado por circunstancias adversas o por "el cochino trabajo".
Pero es que aunque el destete se produzca en un niño mayor, o por decisión unilateral del propio bebé, siempre hay que pasar el duelo de admitir que perdemos "a nuestro bebé". Podemos llenar ese vacío teniendo otro bebé...¡pero no indefinidamente!
El número de mujeres que se arrepiente de haber destetado pronto es superior al de mujeres que piensan "ojalá le hubiera destetado antes" (cachisenlamar, ahora no encuentro el enlace a un estudio que se hizo al respecto).
Por eso se recomienda que el destete se lleve a cabo de forma natural y progresiva, sin que la madre presione por dar más teta, pero hasta que el niño quiera (normalmente alrededor de los 2-3 años, porque el "récord mundial" creo que está en 7-8). Así resulta menos traumático para los implicados. Si la madre está muy harta con las tomas nocturnas puede intentar la alternativa del destete nocturno antes de planterase el destete definitivo.
En toda la blogosfera y también en este blog hay muchos consejos e indicaciones para superar los problemas cotidianos y las presiones psicológicas que pueden llevar a una mujer a pensar en destetar prematuramente a su hijo.

2. La leche de fórmula es veneno
Todo un clásico. Ya sea porque nos incorporamos al trabajo, o porque el niño ya está en edad de tomar otras leches, o nos tenemos que ausentar, o hay que suplementar las tomas, casi a todos los niños les cae un biberón de leche artificial en algún momento de su infancia. El pensamiento de que le estamos dando un pobre sucedáneo de dudosa procedencia y con imprevisibles secuelas se viene a la cabeza. Unido a sentimientos de culpabilidad y de ser mala madre por suministrar productos de peor calidad a sabiendas. Pensamientos parecidos retrasar  el momento de darle al niño leche de vaca normal, incluso aunque ya esté en edad de tomar queso o yogures u otros productos que contienen suero de leche o leche en polvo (galletas, potitos...).
Esta sensación se pasa cuando se usa la leche de fórmula a menudo (¡¡y es un motivo principal de destete prematuro!!) y a medida que la alimentación del niño es más variada.

3. La leche materna vale oro
Cuesta trabajo mantener una lactancia  pese a las presiones externas, sobre todo si ha habido problemas (mastitis, prematuridad, poca producción inicial...), y cuesta trabajo extraerse leche, como para estarla desperdiciando porque se ha conservado mal, o porque el niño se ha dejado medio biberón después, o incluso porque un pecho gotea mientras el bebé mama del otro, o nos sale un rodalón por retrasarnos en la toma, o porque el papá juega con el grifo.  Al final una madre lactante puede verse como Gollum contando sus bolsas y botes de leche materna congelada y mascullando "mi tessssssooroooo", y cabreándose cuando se ve obligada a tirar por el desagüe restos de su leche que no se pueden usar. Cada mililitro es oro blanco, poco menos que ambrosía con propiedades mitológicas.
Las personas del entorno de la madre no suelen entender que ésta se sulfure tanto por desperdiciar algo que al fin y al cabo el cuerpo lo produce "sin esfuerzo" y que se puede sustituir con una visita a la farmacia.

Durante la extracción de leche, el estrés que puede tener la madre por acumular unos pocos mililitros más es muy grande, llegando a producirse situaciones poco recomendables como que la madre esté más preocupada del sacaleches que de su propio hijo o que pase horas enganchada al extractor por unas pocas gotas más. Incluso hay gente que desteta pensando erróneamente que el fracaso con la extracción es síntoma de que su producción de leche es insuficiente. Todo eso se corrige sabiendo cuál es el uso correcto del extractor.


4. Como le des un biberón/chupete, te mato
El miedo a que el abuso de tetinas pueda inteferir en la lactancia, sobre todo cuando ha costado esfuerzo mantenerla, puede provocar ira terrible en la madre si ve que alguien le pone un chupete a su hijo a traición. La furia es inevitablemente incomprendida por la gente de su entorno, que pensará que es una obsesa histérica que se pone frenética por nada. Total, ¿quá daño puede hacer un chupete? Pero es que hay que ponerse en el pellejo de quien quiere mantener una lactancia contra viento y marea para saber por qué una madre lactante se pone tan purista.
De forma similar, si la madre lactante de entera de que alguien le ha dado al niño un biberón de leche de fórmula, o suya pero en biberón, a traición en contra de su consentimiento, puede armarse la mundial, aunque realmente esa toma no interfiera en la manera de tiene el niño de lactar después ni en su apetencia por la teta.

Relacionado con esto está el tema de los celos. Puede que te aterre la idea de que tu hijo pueda llegar a rechazar la teta después de haber probado el biberón y su chorro continuo casi sin esfuerzo.
Estás acostumbrada a ver la felicidad en la cara de tu hijo dándole teta, pero...¿qué pasa si ves la misma cara de felicidad cuando toma un biberón? ¿Tu autoestima se resiente? ¿Sientes "que te han puesto los cuernos y han preferido a otra"?
Tranquila, es normal.
El caso es que a partir del año y medio los niños tienden a rechazar beber del biberón porque prefieren beber en vaso (con o sin pitorro), pero el rechazo a la teta no es generalizado a esa edad...Eso debería hacernos reflexionar.

5. Agitación de la lactancia
La Naturaleza es muy astuta y utiliza "sofisticadas" manipulaciones hormonales para que hagamos lo que ella quiere. Por ejemplo, intenta forzar el destete de un hijo cuando estamos embarazadas de otro, o tenemos otro recién nacido. Con frecuencia durante la lactancia en tándem o durante el embarazo, aparecen angustiosos, intensos y viscerales sentimientos de rechazo ante el amamantamiento del hijo mayor. Requiere un intenso esfuerzo mental vencer esos sentimientos y proseguir con la lactancia en tándem, aunque no hay que olvidar a que la Naturaleza nos está sugiriendo el destete. Gracias a que el número de mujeres que practican la lactancia prolongada y la lactancia en tándem, cada vez aparecen mas casos de agitación de la lactancia en comparación con la generación de nuestras madres.

6. Adefesio-pornstar
Dar lactancia a demanda durante los primeros meses, cuando hay más demanda y las tomas son largas, provoca situaciones como que la madre pase muchas horas sin haberse podido vestir en condiciones, ni ducharse, o pasarse mucho tiempo con la ropa desabrochada y la teta al aire (o tetas, en caso de madres múltiples que simultanean las tomas). Los sentimientos de incomodidad por estar sucia y cochambrosa , no poderse vestir en condiciones y estar siempre semidesnuda (incluso delante de visitas) pueden hacerse constantes. Afortunadamente esa fase pasa y  tarde o temprano las tomas se acortan; entonces poderse escapar a vestirse normalmente y asearse depende de lo resistente que sea el niño a nuestra ausencia.
Pero esta sensación agobiante puede hacer mella en el ánimo de las madres más fashionistas.


7.Vaca-chupete humano
La sociedad se encarga de que una madre lactante en muchas situaciones tenga que sentirse así:

Cuando usa el extractor de leche, la imagen que se viene a nuestra mente es ésta:

En el caso de madres múltiples la comparación es aún peor y la sensación que nos invade es de:
Hay que tener mucha motivación por la lactancia para vencer esas imágenes y saber que somos mujeres normales haciendo algo que no tiene nada de feo ni de malo y que deberían felicitarnos en vez de humillarnos.

Aparte de esto, cuando los niños dejar de pedir tanta teta para comer y vemos que toman teta para relajarse chupando, puede llegar a resultar irritante. Esto suele suceder cuando el bebé pide teta en momentos inoportunos, o muy a menudo y no por hambre, o nos despierta por la noche. A veces fuerza a que la madre se plantee el destete definitivo, aunque hay alternativas que se pueden probar antes (como el destete nocturno o negociar que no pidan teta en público).

8.Complementaria, snif
La teta es muy cómoda. Inmediata, práctica, sin artilugios, sin gastarse dinero, sin calentar nada, sin esterilizar nada, sin enrasar cacitos, sin preparar nada con antelación, sin preocuparse de la calidad del agua o de la temperatura, siempre dispuesta en caso de prolongar estancias fuera de casa. Pero llega un momento que eso se acaba y cuando se sale de casa, hay que pensar en la comida de uno más. Es un trabajo (y un gasto) extra que antes no existía. Si el niño no acepta bien los sólidos o es muy selectivo con lo que le gusta, comer fuera de casa empieza a ser problemático. Con la teta exclusiva esto no pasaba. Y adaptarse a las nuevas exigencias puede costar.
Por eso a las madres lactantes felices nos sorprende oir comentarios del estilo "qué ganas tengo de que el bebé cumpla 6 meses para empezar a darle complementaria", como si con la cuchara empezara una fase más feliz. ¡¡Pobre madre ingenua, la que le espera!!

Por otro lado, la aparición de los primeros dientes y la necesidad de ir pensando en nuevos alimentos es un síntoma de que nuestro bebé está dejando de ser nuestro bebé y es un pequeño duelo natural que toda madre tiene que superar.

9. Las tetas son para comer
Antes de tener hijos, las mujeres piensan en sus pechos como unas turgencias muy decorativas que hacen que los vestidos sienten bien y que los hombres te miren el escote, aparte de ser unos juguetes sexuales de éxito seguro para la pareja. Vamos, pensamos lo mismo que piensan los hombres sobre ellas. Tras tener hijos, las mujeres piensan en sus tetas como instrumentos exclusivos para dar de comer, y la mera idea de que un hombre, por muy pareja nuestra que sea, ose acercar sus zarpas para tocarlas con libidinosas intenciones, puede producir intenso rechazo.
También puede preocuparnos la idea de que un chorro de leche inoportuno de al traste con un encuentro romántico,aunque sepamos que al marido le mola la lactofilia.
Esto se relaciona con otro punto: la leche materna vale oro, y eso de que haya un intruso malgastándola no suele molar nada.
Aparte de todo esto, hay que añadir que durante el primer trimestre de lactancia los pechos suelen estar muy turgentes e hinchados entre tomas, con el pezón extremadamente sensible y delicado (y ya no digamos si tenemos ingurgitación, mastitis o grietas) así que realmente la idea de que alguien lo toque puede despertarnos FURIA HOMICIDA.
Asi que el hombre debe entender esta situación y adaptarse, si la mujer no quiere que haya caricias por esa zona. Recordemos que según progresa la lactancia todas estas sensaciones tienden a desaparecer.

10. ¿Quién necesita el sexo?
La prolactina es antagonista de las hormonas estrogénicas, principales responsables de la líbido femenina. Durante el posparto inmediato, la mujer tiene un estado hormonal similar al de la menopausia y experimenta una reducción brutal de la libido que hace que las relaciones sexuales pierdan interés. A esto hay que añadir que el trofismo y lubricación vaginal normal se pierde (¡incluso en caso de cesárea!) y que un eventual trauma vaginal (episiotomía, desgarro, etc) puede hacer que haya auténticos problemas psicológicos a la hora de retomar las relaciones sexuales, porque existe dolor. Un dolor que a menudo los lubricantes no evitan. Ese dolor puede provocar vaginismo secundario y ya tenemos un bucle dificil de romper.
A esto añadir la falta de sueño, el cansancio, el estrés, los complejos por los estragos del embarazo en el cuerpo (estrías, cicatrices de cesárea, perineoss recosidos, diastasis abdominal, flacidez, aumento de peso...) y otra serie de paranoias puerperales que hacen que la mujer lactante no tenga ganas de marcha.
La LME alarga esta situación de pseudo-menopausia, pero ni la leche de fórmula (ni la cesárea) la evitan, así una mujer que prefiera la leche de fórmula o una cesarea electiva para "recuperar antes su cuerpo" no está haciendo demasiado buen negocio.
Con la reaparición de la regla (eso dependerá de cada mujer, pero con LME suele suceder pasados los 6 meses de lactancia) la situación hormonal vuelve lentamente a la normalidad y la líbido vuelve a su sitio, aunque el cansancio, la falta de sueño, la falta de tiempo de intimidad sin interrupciones y la inercia de tener pocas relaciones sexuales hace que el interés por el sexo siga estando bajo.
Esta es una de las principales preocupaciones de los maridos durante el puerperio de su pareja, porque ellos, salvo la falta de sueño y el cansancio, no experimentan cambios profundos de mentalidad respecto ese tema. Para evitar tensiones maritales es importante tener una buena comunicación  y que el marido no interprete que la falta de líbido es un rechazo directo a su persona o que va a ser perpetua.

Si te has sentido identificada con alguno de los pensamientos anteriores, tranquila, que son normales y les ocurre a muchas. Racionalizándolos y compartiéndolos se pueden vencer, si nos angustian mucho, y en ningún caso con un motivo recomendable de destete prematuro.

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