1) La lactancia materna es la manera natural y fisiológica de alimentar a los bebés humanos. La leche humana tiene la composición idónea para el ser humano en desarrollo. La leche de fórmula es un sucedáneo de la leche materna, no a la inversa.
Incontestable, ¿verdad? No hay argumentos posibles contra eso.
Entonces...¿por qué las mujeres que dan el pecho más allá de unas pocas semanas o meses tienen que enfrentarse a comentarios de sorpresa o extrañeza por estar dando pecho a "niños mayores"?
¿Por qué sigue existiendo esa cultura de que las mujeres que consiguen dar el pecho mucho tiempo es porque tienen un físico privilegiado y "una leche buena", a diferencia de las demás mujeres, que tienen "poca leche", o "no alimenta", o "sus hijos se quedan con hambre, fue cosa de darle un biberón y se quedaron más a gusto"?
¿Por qué la gente piensa ahora que la leche de continuación es la leche más adecuada para niños mayores de seis meses?
¿Por qué las mujeres que dan el pecho más de un año tienen que justificar ese hecho, cuando son las mujeres cuya lactancia no ha durado las que justifiquen por qué no han querido o han podido dar el pecho?
¿Por qué hay que dar explicaciones sobre por qué la leche materna es más saludable que la artificial y por qué dar el pecho cada dos horas es mejor que dejar KO a un bebé a base de biberonazos?
¿Por qué los padres siguen viviendo con ansiedad e histeria que el bebé llore pidiendo teta, de día y de noche, y lo pretenden solucionar todo a base de biberones salvadores, pensando que la madre nunca tiene suficiente leche, o que es aguada, o que alimenta poco, o que el niño se va a quedar canijo, o que sin biberones va a pasar hambre como un perro y se va a traumatizar de tanto llorar y dormir poco?
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La leche de fórmula es una imitación de la leche materna, un sucedáneo. Su composición, a lo largo del tiempo, se ha ido pareciendo más a la de la leche materna, aunque nunca llegará a equiparársele totalmente, entre otras cosas por los siguientes poderosos motivos:
a) A dia de hoy se siguen estudiando y descubriendo componentes nuevos de la leche materna, y lo que te rondaré morena. Es un líquido más complejo y sorprendente de lo que parece. Algunos de esos componentes no pueden añadirse a la leche de fórmula de forma industrial por cuestiones de índole práctica o económica. El más claro ejemplo con las inmunoglobulinas: es inviable a nivel económico poner en el mercado leches que contengan cientos de anticuerpos diferentes, adaptados al entorno del bebé. Sería como crear una megavacuna (y encima pretender que sea una vacuna "en polvo") que se pueda conservar en un bote durante meses y que la gente la pueda comprar. Idem con las hormonas.
En cambio las leches de fórmula se han ido enriqueciendo en ácidos grasos omega 3 (procedentes de harina de pescado, que dan ese repugnante olor a la leche en polvo) o bífidobacterias (porque ahora se sabe que la leche materna no es del todo estéril y que es bueno que no sea así), por ejemplo. Igual que las leches de fórmula modernas tienen una composición más parecida a la leche materna que las leches de fórmula de las decadas anteriores, dentro de 30 años las leches de fórmula serán más parecidas a la leche materna que las de ahora, así que las mujeres que digan "las leches de fórmula están muy conseguidas" deberían recordar que por más que pasen los años, una leche de fórmula seguirá siendo una sombra de lo que en realidad es la leche materna.
b) La leche materna cambia de composición a lo largo de las semanas y los meses de la vida del bebé, así como a lo largo del día. En el mercado existen "leches de inicio", "leches de continuación" (un invento que las empresas se sacaron de la manga para publicitar de forma implícita la leche de inicio) y "leches de crecimiento" (cuya utilidad carece de aval científico), pero no hay equivalentes reales al calostro, la leche intermedia y la leche madura, ni la leche del biberón es más grasa al final de la toma, ni cambia sutilmente de composición a lo largo de los meses según mame el bebé, ni cambia de sabor, ni cambia en factores hormonales a lo largo del día, ni un largo etc.
Hubo un intento de vender "leches de día" y "leches de noche" formuladas para ayudar a dormir a los niños, pero ha sido un fracaso comercial (no sé si por cuestiones económicas o porque los padres no quieren hilar tan fino...). Al final, dar leche de fórmula significa simplificar a peor la nutrición del bebé.
Con la leche materna no hay que preocuparse de si está enriquecida en esto o en aquello: es la idónea en todo momento. La naturaleza lleva 200 millones de año invirtiendo en I+D para mejorar la formulación de la leche: es dificil que venga ahora un laboratorio y en menos tiempo lo supere...
c) Hay variaciones en la composición de la leche en función de la alimentación de la mujer y las necesidades del bebé, y muy sutiles diferencias de sabor que ayudan a educar al bebé en la apreciación de distintos sabores. La producción de leche para la cría es prioritaria para el organismo, así que sólo una mujer con serios problemas nutricionales debe preocuparse de que producir leche pueda suponer para ella un importante déficit nutricional.
En el pasado, cuando la nutrición de la población era deficitaria, las mujeres podían ver comprometidos sus niveles de ciertos elementos (calcio y hierro, por ejemplo) debido a las exigencias de la lactancia. En el mundo desarrollado de hoy en día eso es raro.
d) La leche materna contiene factores inmunológicos que dependen del propio historial inmunitario de la madre, y por tanto su perfil inmunológico es único e idóneo para el entorno en el que le toca vivir al bebé. Esto tiene importantes implicaciones en la salud del bebé y es uno de los principales, pero no el único, puntos fuertes de la leche materna. A mí personalmente no me gusta que las inmunoglobulinas le resten protagonismo al resto de ventajas de la leche materna.
La leche de fórmula está enriquecida en vitaminas y factores implicados en el funcionamiento del sistema inmunitario, pero no propiamente en anticuerpos o células inmunitarias. Esto se utiliza para publicitar las leches de fórmula como que "ayudan a reforzar el sistema inmunitario" de forma torticera, pero todo es una gran filfa porque en el fondo están dando gato por liebre.
e) La leche materna tiene mejores características organolépticas que la leche de fórmula.
Si tuviéramos que compararla con algo, la leche de mujer tiene aspecto, olor y sabor a leche desnatada de vaca edulcorada (¡¡¡a pesar de su alto contenido en grasa!!!), con un sutil toque avainillado y diferentes aromas en función de la alimentación de la madre y otros factores fisiológicos. Pero los adultos que la han probado reconocen que está "buena".
La leche de fórmula, que normalmente se prepara desde polvos, no tiene el mismo color, la misma textura, el mismo olor ni el mismo sabor que la leche humana auténtica. El olor de los polvos es desagradable, a veces quedan grumos y posos si no está preparada midiendo con mucha precisión las cantidades de agua y polvos, hace algo de espuma y no tiene un sabor tan agradable. Hasta los propios bebés rechazan unas marcas de fórmula con respecto a otras.
Cualquier persona que haya probado una y otra reconocerá que no hay color: sabe mejor la materna.
f) Pese a los esfuerzos de la industria, la composición nutricional de la leche humana y de fórmula no coinciden exactamente.
En porcentaje, la leche de fórmula tiene más proteínas, menos grasa y menos hidratos de carbono que la leche humana auténtica.
El mayor contenido en proteínas, con un perfil proteico diferente, así como la ausencia de proteína lipasa y otros factores que contribuyen a la digestibilidad de la leche, hacen que la leche de fórmula (proveniente de leche de vaca modificada) sea pesada e indigesta para los niños.
Es el motivo oculto del misterioso fenómeno por el cual los niños de pecho se alimentan cada dos horas más o menos, y los niños de biberón suelen aguantar hasta tres (o más, si los padres les meten un biberonazo de órdago). Ante dicho fenómeno, los padres PALETOS dicen: "¿Lo ves? Ahora sí que está bien alimentado, ya no se queda con hambre. Duerme como un bendito". Los padres bien informados dicen: "Pobre niño, está tan empachado que no se puede ni doblar".
g) La teta proporciona la cantidad de alimento adecuada, sin pasarse. Cuando el bebé está saciado, deja de mamar. Ese proceso tan sencillo no sucede del todo con el biberón, que entra "demasiado fácil". No todos los padres saben que los biberones también se dan a demanda y algunos no paran hasta que el niño se acaba la cantidad que recomienda por defecto el fabricante. Resultado: niños empachados, con digestiones pesadas, más tendencia a regurgitaciones. Los padres PALETOS lo ven tan normal y siguen pensando que la leche de fórmula "alimenta más". No se han molestado en buscar, ni nadie les ha informado adecuadamente, que la leche materna y la leche de fórmula tienen un valor calórico por cada 100 ml muy similar, si acaso superior en la materna, y que por tanto la leche de fórmula no alimenta "más" ni en cuanto a contenido calórico ni en cuanto a calidad nutricional, a mismo volumen. Y aumentar el volumen para que el niño engorde más, como si quisiéramos venderlo después en una feria de ganado, es una estrategia nutricional inadecuada.
h) Los suplementos que se añaden a la leche de fórmula están fenomenal, lástima que la biodisponibilidad de los componentes de la leche materna es muy superior. Es un problema extensible a otros suplementos nutricionales (tabletas de vitaminas, etc): se absorven mejor los componentes presentes en los alimentos que los componentes "añadidos después".
Ejemplo: vitaminas, minerales, ácidos grasos... La leche materna (como todas las leches de mamíferos) tiene bajo contenido en hierro, pero dicho hierro se absorve con la mayor eficiencia que se conoce en un alimento. En la leche de fórmula esto no sucede así. ¿Solución? Añadir mucha más cantidad de hierro a la fórmula, aunque la mayoría "se desperdicie". Ídem con el contenido de vitaminas, ácidos grasos y otros minerales.
El cuerpo es así de puñetero y ni capta ni usa igual los nutrientes presentes de forma natural en los alimentos que los nutrientes "añadidos". Basta observar de forma crítica los anuncios publicitarios de leche de continuación para darse cuenta de que se cuidan muy mucho de equiparar los efectos fisiológicos de la leche que venden con la leche materna (ejemplo: beneficios para el desarrollo psicomotor), bajo pena de que les acusen de publicidad engañosa.
i) El envase y método de administración de la leche materna es inigualable. Equiparar una madre con un biberón es insultar la inteligencia de los bebés. ¿Acaso es lo mismo hacerlo con un consolador que con un hombre? Una madre proporciona a su bebé algo más que la versión natural de una tetina. Hay gente que es incapaz de entender esto y piensa que es mitología naturista. Si un bebé sigue entusiasmado pidiendo teta a pesar de que ya no necesita la leche materna para su crecimiento no es porque sea un adicto vicioso, si no porque mamar de su madre le aporta algo más que un chupito de líquido blanco.
j) La practicidad. La leche materna suministrada por la madre es gratuíta, no requiere preparación (enrasar cacitos, medir agua, esterilizar envases, decidir qué material y forma tiene la tetina, calentar...) y no contaminante. Lo único malo que tiene es que la forma óptima de administración requiere que una madre cuide de su bebé durante un tiempecito en exclusiva, cosa que beneficia psicológicamente a ambos y solo molesta a los empresarios negreros que opinan que el deber de una madre reciente es trabajar el máximo tiempo posible, a ser posible con el menor sueldo posible (como queda un poco feo presentarlo así lo maquillan con brochazos de pseudofeminismo trasnochado y lo venden como que es "mejor para la mujer").
Por último, dejo en el aire una reflexión, por si alguien quiere dedicarle 5 minutos a pensar en el asunto:
Los mamíferos llevan sobre el planeta Tierra algo así como 200 millones de años.
Los primates llevan algo más de 65.
Los homínidos, no llega a 5.
El Homo sapiens, anatómicamente moderno, ponle que unos 200.000 años.
Nestlé lleva haciendo leche maternizada menos de 100 años, y a las pocas décadas de ponerla a la venta empezaron a surgir las evidencias médicas criticando su invento.
¿Qué sistema es el que funciona mejor, el natural o el artificial? ¿Creeis que realmente la Naturaleza se lo ha montado muy mal? Entonces dadle un voto de confianza a la lactancia materna antes de pasarse al biberón:
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