27 de febrero de 2014

Hojas de reclamaciones y sugerencias: esas grandes desconocidas

¿Qué puede hacer una humilde madre, una mindundi que ni pincha ni corta en las decisiones sanitarias, para mejorar la atención sanitaria en lo relacionado al parto y la lactancia?

Pues en España tenemos poca cultura de reclamar, quejarnos y dar nuestra opinión a las instituciones, más allá de lamentarnos en el bar o llorarle a nuestra amiga Maripili, o entrar en los foros de internet y vomitar unos lamentos desde el anonimato.
Pero eso no sirve para cambiar la situación.

Otros países tienen más cultura de la reclamación y la queja formal, y funciona, porque la opinión del ciudadano (y ya no digamos del cliente) tiene más poder del que solemos creer.
Tanto si queremos felicitar a los profesionales que nos han tratado como si queremos quejarnos de la atención recibida, hay dos cánales válidos y cómodos (que conste que no estoy hablando de las negligencias médicas con resultados graves, que se denuncian por otras vias).

En el caso de que hayamos dado a luz/ recibido información sobre lactancia/ asistido a cursos de preparación al parto en un centro de salud u hospital IHAN, podemos ponernos en contacto con la organización a través de un sencillo formulario.  Así podemos felicitar a esas enfermeras tan simpáticas que tanto nos ayudaron y contribuir a que su trabajo sea más reconocido y valorado por sus jefes, y que sirvan como ejemplo de comportamiento para sus compañeros.
O también podemos cagarnos en sus muertos y demostrar que no nos atendieron adecuadamante o que nos trataron desconsideradamente, como a ganado, de forma que tengan que revisar sus protocolos o su forma de actuar.
Si el centro está en proceso de conseguir la acreditación IHAN, nuestra opinión a lo mejor cuenta para las evaluaciones que tienen que realizar y seguir avanzando en el proceso de acreditación.
De cualquier manera, nuestra opinión y experiencia es valiosa para promocionar unas conductas por encima de otras, premiar al que hace bien las cosas y penalizar al que no las cumple. Es nuestra pequeña aportación a la promoción de la lactancia materna y al trato más humanizado del parto y postparto.

Independientemente de que el centro sea IHAN o no, podemos pedir en la ventanilla de Información del Hospital una hoja de reclamaciones, sugerencias y agradecimientos (algunos hospitales también permiten rellenar el formulario online), en la que describiremos de forma concisa y dando los nombres que podamos el motivo de nuestra queja/ sugerencia/ o felicitación. Esta hoja será leída por la persona que recoja el formulario (para comprobar que no hace falta añadir ningún documento que demuestre lo que vosotras describís), sellada con un sello del centro y enviada al responsable del área que pertoque (ginecología, pediatría, neonatos o varios de ellos...). Y aunque parezca mentira, lo tendrán en cuenta y os llegará una respuesta.
Seguramente esta respuesta sea del tipo "nosotros hemos hecho correctamente lo que dictan nuestros pritocolos, pero gracias por su opinión", o "lamentamos que se sienta así pero la situación no permitió hacer más" y parecerá que hemos perdido el tiempo y que lo que hemos hecho no tiene trascendencia, pero nada más lejos de la realidad: las felicitaciones se harán llegar a quien corresponda, y los tirones de oreja también. Alguien seguro que se habrá llevado un rapapolvo, o le habrán dado unas palmaditas en la espalda, o lo que corresponda.
Y eso a nivel de motivación profesional vale mucho, y puede ayudar a que los protocolos cambien a mejor y el resto de mujeres pueda tener mejores experiencias en el futuro.

Ademas en el caso de que lo que queremos plantear sea una reclamacion por una experiencia negativa,  hacer algo constructivo al respecto nos ayudará mucho psicológicamente para sentirnos mejor.

Yo animo a todas las mujeres, con experiencias negativas o positivas, a dedicar 10 minutos de su tiempo a enviar este tipo de feedbacks, que son más provechosos que postear lamentaciones en las páginas de internet y quejarse de la mala promoción que hay de la lactancia materna en España.

Lee más acerca de las luces y las sombras de los hospitales IHAN.

25 de febrero de 2014

Luces y sombras de los hospitales IHAN (II): las sombras

En una entrada anterior expliqué la importancia que puede tener para iniciarse con buen pie en la lactancia materna el dar a luz en un hospital que disponga de la acreditación IHAN o esté cerca de conseguirla. Eso garantiza una buena atención global en el inicio de la lactancia, incluyendo unos protocolos de atención al parto bastante respetuosos.

Pero no todo es tan fácil como ponerse en manos de un hospital IHAN y no tener que informarse de nada más, o pensar que ningún profesional de ese hospital va a cometer una pifia, o que ya no vamos a tener ningún problema relacionado con la lactancia en el futuro.

Voy a poner como ejemplo lo que ocurrió con mis inicios en la lactancia en el hospital IHAN en el que di a luz, para ilustrar que por muy hospital IHAN que se sea también hay cosas que se pueden mejorar. 

Cosas positivas que encontré en un hospital IHAN (a mi me parecen de perogrullo, pero como sé que a dia de hoy hay clínicas y hospitales en los que esto no ocurre, hago un listado porque me consta que hay mujeres que ni siquieran contaron con esto):

-En ningún momento se puso en entredicho mi capacidad de amamantar a mellizos o se insinuó que yo no pudiera tener suficiente leche para los dos.
-Se me bajó un sacaleches e incluso me bajaron a los niños a reanimación mientras estuve ingresada allí.
-En cuanto me subieron a planta, la cohabitación con los bebés fue 24 horas.
-Las pruebas médicas que se realizaron a los bebés (pruebas de audición, pesadas) se realizaron en la habitación.
-El personal de enfermería se encargó, con paciencia, de ayudarme a enganchar a los niños, y de enseñarme la técnica necesaria debido a mis pezones planos.
-El personal de enfermería miró si mis hijos tenían frenillo corto cuando vieron que había problemas de agarre.
-Se me animó a iniciar una lactancia simultánea con mis mellizos, enseñándome las mejores posturas para tal fin.
-No se me instó a usar pezoneras de inicio, que hubieran podido dar problemas en el futuro.

-Jamás se le dio un biberón a mis hijos, pues la leche de fórmula se administraba en jeringuillas.
-El acceso a neonatos era libre las 24 horas para los padres, incluso de madrugada.
-Se animaba a realizar el piel con piel a los recién nacidos, incluso con el padre si la madre no estaba disponible.
-Se podía realizar el método canguro con los prematuros.
-Las madres con hijos ingresados en neonatos podían utilizar los extractores de leche hospitalarios, se les daba material para guardar la leche y podían dejar la leche rotulada para que las enfermeras la utilizaran después.
-Se me dieron instrucciones escritas sobre cómo conservar la leche extraída y realizar la extracción manual.
-Se me dieron instrucciones sobre cómo estimularme con un sacaleches en casa mientras mis hijos estaban ingresados en neonatos y aún no me había subido la leche.
-Durante el ingreso de mis hijos en neonatos, la atención personalizada de las enfermeras para ayudarme en el inicio de la lactancia fue constante, y sus comentarios, siempre animosos y positivos.

Repito: a mí todas estas cosas me parecen obvias y básicas, pero a día de hoy, en muchos hospitales, siguen sin hacerse por norma las cosas así, y no todan las madres pueden decir que a ellas les pasara lo mismo que a mí.
Pero no todas las cosas se hicieron correctamente, también hubo detalles que no cumplen las recomendaciones IHAN.

Cosas negativas que encontré en un hospital IHAN (no afectaron a la lactancia en su resultado, pero podían haberse evitado o hacerse mejor):

-No hubo piel con piel con mis hijos en el quirófano, ni siquiera me los pusieron encima, a pesar de que mi estado médico y el de los bebés lo permitía (los médicos difieren conmigo respecto este punto).
-Durante mi larga estancia en reanimación, sólo se me bajó un sacaleches una vez porque no había más aparatos disponibles (sólo tres en total para toda la planta de maternidad y neonatos, por lo que yo pude contar).
-En vez de estar ingresada en reanimación alejada de mis hijos, podía haber estado con oxigenoterapia y la  medicación pertinente en planta de maternidad, junto a mis hijos (los médicos difieren en este punto). 
-Nadie pareció advertir que intentar sacarse calostro con un sacaleches no da buen resultado y nadie me ayudó a extraérmelo de forma manual, con lo cual mis hijos se "perdieron" el valioso calostro.
-Durante mi estancia en reanimación sólo me dejaron ver muy brevemente y una sola vez a mis hijos, y no pude tenerlos encima, a pesar de que su estado lo permitía (el mío no tanto, aunque hubiese preferido ponérmelos al pecho aunque fuese con mi último aliento).
-Se me dijo que no podía utilizarse mi calostro extraído ni ponerme los niños al pecho durante las primeras 48 horas porque se me practicó un TAC con contraste, cuando en realidad no afecta a la leche.
-Con gran esfuerzo y afán me estuve sacando la poca leche que pude en casa  para que se la dieran a mis hijos en neonatos, y a tal fin la estuvieron guardando en nevera, pero cuando les dieron en alta me devolvieron todos los botes que me había estado sacando, señal de que no les habían dado ni gota de esa leche.
-Utilizaban tetinas de biberón a modo de chupetes para calmar a los niños "llorones" en neonatos y así poder gestionar bien las tomas (cada tres horas).
-Aunque los niños hubiesen realizado una buena toma en neonatos, les daban suplementos de leche artificial en jeringuilla para asegurarse de que estaban "repletos" y de que no iban a dar la lata durante las tres horas que quedaban hasta la próxima toma.
-Algunos de los consejos e informaciones que me dieron no fueron del todo acertados. Por ejemplo, que el bebé saca el 90% de la leche en los 10 primeros minutos y todo lo que sea chupar más de ese tiempo ya es usar a la madre de chupete, y debe evitarse.


Y la verdad es que no recuerdo más cosas negativas. Pertenecen a ese 20-30% de situaciones contrarias a las recomendaciones IHAN que están "permitidas" y no perjudican para mantener la acreditación.

¿Os parece que en conjunto lo hicieron demasiado mal conmigo? Yo estoy convencida de que dada mi situación "de alto riesgo de fracaso de lactancia" (cesárea con complicaciones, prematuros, parto múltiple, pezones planos, mal agarre de inicio, ingreso en neonatos...) y dado que sigo dando teta a mis mellizos después de un año, lo hicieron fenomenal, y les reconocí formalmente y por escrito lo importante que fue su ayuda en mi éxito.
Sé que hay madres menos afortunadas que no pudieron gozar de la misma ayuda que yo.

En una próxima entrada explicaré qué podemos hacer nosotras, humildes madres que ni pinchamos ni cortamos, para animar a los hospitales a conseguir su acreditación IHAN, cómo ayudar a que los buenos profesionales sigan por el buen camino y cómo contribuir a que mejoren o cambien los protocolos anticuados que no garantizan una promoción correcta de la lactancia materna.

Luces y sombras de los hospitales IHAN (I): las luces

Cuando una mujer desea dar a luz por parto vaginal de la forma menos medicalizada e instrumentalizada posible, sabe que tiene un trabajo previo de búsqueda de una clínica u hospital, o personal médico cualificado que sepa, pueda y quiera atender sus deseos, ya sea porque es una clínica especializada en atender partos "naturales", porque es un hospital reconocido por sus protocolos de atención al parto fisiológico, porque disponen de lo que se llaman "unidades de baja intervención", porque admiten "planes de parto" o directamente porque se pone en manos de médicos o comadronas que atienden partos en casa.

Estas mujeres saben de sobra que sus deseos están supeditados a dos circunstancias:

a) Que la naturaleza les favorezca y tengan un embarazo de bajo riesgo y un parto no distócico que permita un parto poco o nada intervenido.
b) Que realmente los profesionales que les atiendan sepan, puedan y quieran manejar un parto con escaso intervencionismo, sean cuales sean las referencias que llevaron a  la mujer a ese hospital.

Incluso cuando se cumplen ambos requisitos, a menudo los médicos se toman a la ligera los deseos de la hippy de turno, "se limpian el culo" con el plan de parto presentado y hacen lo que les sale de las mismísimas narices les dicta el protocolo del hospital o les permite la saturación del servicio, pero el caso es que al final la mujer obtiene un parto algo parecido a lo que ella deseaba: lo más fisiológico y poco intervenido posible, y seguramente su grado de satisfacción sea alto.

Bien , con la lactancia pasa algo parecido, aunque parezca mentira. El resultado del proceso (en este caso, que la madre disfrute de una lactancia próspera y tranquila desde el inicio, y tenga una respuesta tranquilizadora y satisfactoria a sus dudas y problemas iniciales) depende en gran medida de la atención que reciba por parte de los profesionales que la atiendan durante el embarazo y puerperio inmediato: obstetras, matronas, enfermeras, incluso pediatras y médicos de cabecera.

La diferencia con respecto al parto "natural" es que mientras las estadísticas dicen que las mujeres que desean un parto de (realmente) baja intervención son una clara minoría (1 de cada 10 aproximadamente), las mujeres que a priori desean dar el pecho a sus hijos, son una mayoría (8 de cada 10).
Así que el número de mujeres frustradas, confundidas, despistadas, desengañadas o molestas con la nula/escasa/contradictoria/mala formación e información que reciben a lo largo del embarazo y puerperio es muy superior, y eso se traduce en mayores índices de fracaso en la lactancia, destetes prematuros y sentimientos de insatisfacción y descontento durante el tiempo que dura la lactancia.

Tradicionalmente, la opinión y el bienestar psicológico de las mujeres/madres ha importando un pimiento, pero tranquilos: en esto de la lactancia interviene otro protagonista fundamental, que es el bebé, y que no está en posesión de facultades mentales suficientes como para informarnos de si desea parto natural o lactancia materna por encima de otras alternativas, pero sobre cuya salud y bienestar velan suficientes organismos, y ay amigos, los estudios médicos son contundentes: lo mejor para el desarrollo y la salud de los bebés es la lactancia materna, y las cifras de inicio y duración de la lactancia materna deberían aumentar, como sea.

Por eso, UNICEF, la OMS y esos chicos que velan por el bienestar de los pequeñuelos, propulsaron la Iniciativa de Humanicación de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia  (IHAN), que al principio se llamaba Asociación Iniciativa Hospital Amigo de los Niños, pero que debieron cambiar el nombre porque no se trata de llevar payasos a los niños con leucemia, si no de garantizar una atención hospitalaria global que fomente la lactancia materna.


(Nota con mala baba: es curioso, pero esta iniciativa ha hecho más por mejorar la calidad en la atención al parto fisiológico en los hospitales, aunque sea en nombre de los niños, que décadas de reclamaciones feministas. ¿Por qué será que se preocupan más por los niñas que por las mujeres adultas?)


Obtener la certificación IHAN no es obligatoria sino voluntaria, pero los hospitales DECENTES están trabajando como locos para conseguir los hitos que propone la iniciativa y acabar poniéndose la medallita de hospital IHAN, que es una garantía de que el centro cumple con los protocolos adecuados de atención al parto y lactancia, algo así como una norma ISO de calidad.


Quiero hacer hincapié, porque es a lo que voy tras este rollo macabeo, en que para conseguir la certificación IHAN hay que conseguir al menos un 70-80% de respuestas positivas en los criterios que la iniciativa establece, en los apartados de formación de personal/ atención al parto/ atención a la puérpera/ promoción de la lactancia/ apoyo a la madre tras el nacimiento, etc, y que esas respuestas dependen de autoevaluaciones y evaluaciones al azar sobre el personal sanitario y las propias madres.

Un 70-80% de consecución de objetivos en cada apartado la verdad es que me sabe a poco, pero estos de UNICEF-OMS que son muy listos saben que si pusieran requisitos más estrictos no obtendría la certificación NI CLIFFORD, porque siempre hay algún profesional despistado que no se atiene a los nuevos protocolos, mujer insatisfechas por cualquier cosa, problemas del servicio que no permiten atender mejor a las mujeres, etc. Se admite cierto grado de flexibilidad.


Moraleja del asunto: a una mujer que desea dar el pecho (y son mayoría aunque luego se vayan "quedando" por el camino y sólo un porcentaje testimonial de madres llega a pasar del año de lactancia) le conviene elegir para dar a luz un centro que esté acreditado IHAN o en proceso de estarlo, y no solamente fijarse en si a  "mi amiga Maripili dio a luz en tal clínica y le fue fenomenal porque su ginecólogo era muy simpático", porque las mujeres, que somos personas adultas, inteligentes e informadas, nos regimos por diferentes argumentos, ¿a que sí?

Todo esto puede parecer una tontería, porque parece que en esto de la lactancia sólo hay que acercar el bebé a la teta y dejar que obre el milagro, y eso lo hacen en todos los sitios, pero...¡¡NO!!
A día de hoy siguen existiendo hospitales y clínicas con protocolos obsoletos en los que se separa a los niños de las madres por las noches, aunque las madres digan que ellas prefieren tenerlos consigo, o se practica un exceso de partos intervencionistas con resultado de alto número de cesáreas (y eso perjudica el inicio de la lactancia), o se administra leche artificial con biberon pese a estar desaconsejado, y toda una serie de actuaciones anticuadas dignas de los años 60. ¡Y la gente sigue dando a luz allí (porque a la amiga Maripili de turno le fue fenomenal), e incluso paga por ello!

No cuesta nada indagar un poco y evitar caer en manos de profesionales que "sabeteen" sin quererlo nuestro deseo a amamantar: que si me mandaron usar unas pezoneras y luego no hubo dios que las quitase, que si mi niño salió del hospital con el biberón en la boca y luego nunca pude dar LME porque siempre necesité suplementos, que si me dijeron que no podría dar el pecho porque no me había subido todavía la leche, que si mi hijo nació prematuro y sólo me dejaban entrar a verle unas pocas horas al día, que si me mandaron una medicación y me dijeron que era incompatible con la lactancia y resulta que no, que si me salieron unas grietas horrorosas y tiempo después me enteré de que mi hijo tenia frenillo corto y en el hosptal nadie me lo dijo, etc etc.

Sutilezas y pequeños detalles que pueden marcar la diferencia.

Así que para simplificar el asunto y que todo vaya mas rodado, mejor ponerse en manos de buenos profesionales que hagan bien las cosas respecto a ese tema, ¿verdad?

Bien, hasta aquí las luces de los hospitales IHAN. Yo misma di a luz en un hospital que no era el que me correspondía por zona, porque me aseguré que fuera en uno IHAN, ¡¡y se notó!! Pero no por eso dejaron de pasar cosas que pertenecen a ese 20-30% de situaciones que no cumplen los criterios IHAN, así que no quiero ni pensar lo que me hubiera encontrado en una clínica con protocolos "anticuados"....

Pero las sombras de los centros IHAN ya lo cuento en otra entrada...

Y lo que se puede hacer si sentimos que se ha atropellado nuestro derecho a tener un parto natural o no se nos ha ayudado lo suficiente con el tema de la lactancia materna (aparte de quejarnos en los foros de internet y llorarle a nuestra a miga Maripili), también lo contare en otra.

20 de febrero de 2014

Algunas perogrulladas (pero que a la gente no le entran)(II): Conducta lógica ante los problemas de la lactancia materna


2)Cuando hay un problema con la lactancia materna, la solucion lógica es...arreglar el problema, no pasarse al biberón


Esta entrada se la dedico a los pediatras incompetentes, a las suegras metomentodo y a los maridos impacientes que piensan que los niños nunca lloran, que son los principales agentes "pro-biberón" que martirizan a las pobres madres que desean dar el pecho a sus hijos pero se encuentran con dificultades.

Vamos a ver si consigo encontrar un paralelismo, aunque parezca un ejemplo absurdo.
Imaginemos que nuestro perro está enfermo, no sabemos qué le pasa y lo llevamos al veterinario. El veterinario dice: "Sacrifícalo y cómprate un gato. Total, hace prácticamente la misma compañía y además no hay que sacarlo. Mucha gente tiene gato y no echa de menos tener perro para nada". ¿Qué pensaríamos? Pues evidentemente pensaríamos que ese pediatra es un incompetente y que no ha ofrecido una solución al problema inicial, simplemente ha ofrecido un sustitutivo. No volveríamos a ese veterinario en la vida.

Bien, pues por un extraño motivo la misma actitud sí que cuela con la lactancia materna. ¿El niño no engorda al ritmo que dicen los libros? ¿El niño de repente hace más tomas de lo normal y la madre no sabe por qué? ¿El niño se engancha bien pero de repente se suelta y se pone a llorar? ¿A la madre le escuece mucho el pecho entre tomas? ¿Tiene una herida en el pezón? Pues la solución que encuentra todo el mundo (pediatras, ginecólogos, suegras, madres, maridos) es...pasarse al "gato", o sea, al biberón con leche de fórmula, y finiquitar el asunto. Pero vamos a ver: si la madre ha manifestado su deseo de dar el pecho, hay que solucionar sus problemas, no boicotear su deseo.

La verdad es que una madre desorientada en pleno puerperio puede no darse cuenta de que un pediatra (que se ocupa de enfermedades de niños, no de tetas), un marido ignorante y una suegra que no ha dado nunca el pecho no son las fuentes de información más fiables cuando una busca ayuda sobre la lactancia.
Esta situación es muy normal cuando una embarazada dedica los nueve meses de espera a preocuparse en las cortinas del cuarto del niño, en si pinta la habitación de azul celeste o de verde prado con cenefa de ositos o en si compra el carro de 1000 euros o el de 2000, en vez de informarse sobre lactancia y puericultura.
Pero también se da incluso aunque la embarazada haya hecho sus deberes y se haya informado a conciencia de lo que se le viene encima, porque hasta la madre más responsable puede verse desbordada de dudas cuando descubre que la lactancia no es solo ponerse el niño al pecho "y ya", si no que suceden "cosas raras de las que nadie habla, ni siquiera los libros". Y si su entorno es hostil hacia la lactancia materna, las presiones pueden hacer que ceda, y una madre con dudas que recurre al biberón a la mínima tiene muchos puntos para que su lactancia fracase.

No obstante la información es la clave para afrontar de una manera u otra los reveses de la lactancia, si es que se producen. Veamos unos ejemplos:

Caso 1: El niño de repente hace más tomas de lo normal, de día y de noche. Se pasa demasiado rato al pecho, la madre se agobia, su entorno dice que no tiene leche suficiente, que el niño se queda con hambre.

Una madre informada piensa: "Debe de tratarse de un brote de crecimiento, eso de que hablan los libros. Si no veo mejora en unos días me acercaré a un taller de lactancia para ver si esto es normal, porque necesito apoyo moral".
Una madre despistada piensa: "Ya sabía yo que me iba a tocar la china de tener poca leche. No todas las mujeres tienen suerte. No puedo soportar la idea de que el niño pase hambre, así que haré caso a mi marido y empezaré a suplementar con biberón".

Caso 2: De repente, las tomas al pecho duelen y el pecho escuece mucho, como si ardiera, entre tomas. La situación es insostenible porque el dolor es muy intenso y ya dura varios dias.

Una madre informada piensa: "Esto no es normal, algo debe estar pasando. Tengo que buscar remedio rápido. Como no es seguro que el ginecólogo sea especialista en el campo de la lactancia, mejor pido cita a la matrona de tal sitio, que me han comentado que es asesora de lactancia, porque seguro que no es normal que yo tenga que estar soportando tanto dolor. Por lo que he leído en páginas webs especializadas, puede ser una infección o algo parecido."
Una madre despistada piensa: "Paso de aguantar esto ni una semana más. Me paso al biberón y se acabaron los problemas. No me explico cómo hay gente que da el pecho tantos años, aguantando estos dolores. Deben ser mujeres afortunadas a las que nunca les duele nada..."

Caso 3: El niño tiene 4 meses ya, pero sigue despertándose 3 o 4 veces por la noche, y parece que lo que mejor le calma es la teta. 

Una madre informada piensa: "Es normal que a esta edad siga teniendo muchos despertares. Se está alimentando adecuadamente, así que si quiero dormir lo mejor será que me lo meta en la cama y le de el pecho tumbada. En el futuro dormirá más horas seguidas, esto es una situación temporal y yo ya sabía que me tocaba una buena temporada durmiendo mal cuando decidí tener un hijo".
Una madre despistada piensa: "O tengo poca leche o no alimenta lo suficiente, porque los hijos de mis amigas duermen de un tirón y el mío es el único malcriado que no para de chupar. Como tiene cuatro meses ya y he visto en un anuncio que ya puedo meterle cereales sin gluten, le voy a arrear un biberonazo de papilla de cereales que seguro que duerme como un bendito esta noche".

Y así, me puedo pasar el dia poniendo ejemplos. La mayoría de los problemas y cosas "raras" de la lactancia tienen solución a corto y medio plazo cuando la madre se pone en las manos adecuadas y recibe el apoyo psicológico adecuado para desahogar sus inquietudes, comentar sus problemas sin que la presionen para pasarse a la lactancia mixta o de fórmula o comprobar que sus dudas son normales y que lo que está atravesando es una fase normal de la lactancia, o un bache que se puede superar con un mínimo de esfuerzo.

Total, nadie dijo que ser madre fuese fácil, y desde luego es una responsabilidad que va más allá de preocuparse en que la habitación del bebé esté decorada adecuadamente. Requiere actitud, raciocinio, prudencia. Cuando una madre quiere dar el pecho, lo razonable es esforzarse por conseguirlo, y no rendirse a la mínima ocasión.
Aunque es cierto que abundan las "lactancias de libro", para qué nos vamos a engañar: las madres que disfrutan de una lactancia prolongada lo han conseguido con constancia, perseverancia y huyendo de los malos consejos y de las tentaciones de atajar metiendo biberones a troche y moche, no porque la providencia las haya departado una loctancia sin altibajos.

En la columna de la derecha del blog se pueden encontrar algunas direcciones útiles donde buscar cuál es el taller de lactancia más próximo a una localidad, aunque a menudo basta acercarse al centro de salud y preguntar para saber cuál es el profesional con formación específica en lactancia materna más próximo.

Ver también:

Algunas perogrulladas (pero que a la gente no le entran) (I): Leche materna vs. leche artificial

16 de febrero de 2014

Algunas perogrulladas (pero que a la gente no le entran) (I): Leche materna vs. leche artificial

1) La lactancia materna es la manera natural y fisiológica de alimentar a los bebés humanos. La leche humana tiene la composición idónea para el ser humano en desarrollo. La leche de fórmula es un sucedáneo de la leche materna, no a la inversa.


Incontestable, ¿verdad? No hay argumentos posibles contra eso.
Entonces...¿por qué las mujeres que dan el pecho más allá de unas pocas semanas o meses tienen que enfrentarse a comentarios de sorpresa o extrañeza por estar dando pecho a "niños mayores"?
¿Por qué sigue existiendo esa cultura de que las mujeres que consiguen dar el pecho mucho tiempo es porque tienen un físico privilegiado y "una leche buena", a diferencia de las demás mujeres, que tienen "poca leche", o "no alimenta", o "sus hijos se quedan con hambre, fue cosa de darle un biberón y se quedaron más a gusto"?
¿Por qué la gente piensa ahora que la leche de continuación es la leche más adecuada para niños mayores de seis meses?
¿Por qué las mujeres que dan el pecho más de un año tienen que justificar ese hecho, cuando son las mujeres cuya lactancia no ha durado las que justifiquen por qué no han querido o han podido dar el pecho?
¿Por qué hay que dar explicaciones sobre por qué la leche materna es más saludable que la artificial y por qué dar el pecho cada dos horas es mejor que dejar KO a un bebé a base de biberonazos?
¿Por qué los padres  siguen viviendo con ansiedad e histeria que el bebé llore pidiendo teta, de día y de noche, y lo pretenden solucionar todo a base de biberones salvadores, pensando que la madre nunca tiene suficiente leche, o que es aguada, o que alimenta poco, o que el niño se va a quedar canijo, o que sin biberones va a pasar hambre como un perro y se va a traumatizar de tanto llorar y dormir poco?

 ****
La leche de fórmula es una imitación de la leche materna, un sucedáneo. Su composición, a lo largo del tiempo, se ha ido pareciendo más a la de la leche materna, aunque nunca llegará a equiparársele totalmente, entre otras cosas por los siguientes poderosos motivos:

a) A dia de hoy se siguen estudiando y descubriendo componentes nuevos de la leche materna, y lo que te rondaré morena. Es un líquido más complejo y sorprendente de lo que parece. Algunos de esos componentes no pueden añadirse a la leche de fórmula de forma industrial por cuestiones de índole práctica o económica. El más claro ejemplo con las inmunoglobulinas: es inviable a nivel económico poner en el mercado leches que contengan cientos de anticuerpos diferentes, adaptados al entorno del bebé. Sería como crear una megavacuna (y encima pretender que sea una vacuna "en polvo") que se pueda conservar en un bote durante meses y que la gente la pueda comprar. Idem con las hormonas.
En cambio las leches de fórmula se han ido enriqueciendo en ácidos grasos omega 3 (procedentes de harina de pescado, que dan ese repugnante olor a la leche en polvo) o bífidobacterias (porque ahora se sabe que la leche materna no es del todo estéril y que es bueno que no sea así), por ejemplo. Igual que las leches de fórmula modernas tienen una composición más parecida a la leche materna que las leches de fórmula de las decadas anteriores, dentro de 30 años las leches de fórmula serán más parecidas a la leche materna que las de ahora, así que las mujeres que digan "las leches de fórmula están muy conseguidas" deberían recordar que por más que pasen los años, una leche de fórmula seguirá siendo una sombra de lo que en realidad es la leche materna.

b) La leche materna cambia de composición a lo largo de las semanas y los meses de la vida del bebé, así como a lo largo del día. En  el mercado existen "leches de inicio", "leches de continuación" (un invento que las empresas se sacaron de la manga para publicitar de forma implícita la leche de inicio) y "leches de crecimiento" (cuya utilidad carece de aval científico), pero no hay equivalentes reales al calostro, la leche intermedia y la leche madura, ni la leche del biberón es más grasa al final de la toma, ni cambia sutilmente de composición a lo largo de los meses según mame el bebé, ni cambia de sabor, ni cambia en factores hormonales a lo largo del día, ni un largo etc.
Hubo un intento de vender "leches de día" y "leches de noche" formuladas para ayudar a dormir a los niños, pero ha sido un fracaso comercial (no sé si por cuestiones económicas o porque los padres no quieren hilar tan fino...). Al final, dar leche de fórmula significa simplificar a peor la nutrición del bebé.
Con la leche materna no hay que preocuparse de si está enriquecida en esto o en aquello: es la idónea en todo momento. La naturaleza lleva 200 millones de año invirtiendo en I+D para mejorar la formulación de la leche: es dificil que venga ahora un laboratorio y en menos tiempo lo supere...

c) Hay variaciones en la composición de la leche en función de la alimentación de la mujer y las necesidades del bebé, y muy sutiles diferencias de sabor que ayudan a educar al bebé en la apreciación de distintos sabores. La producción de leche para la cría es prioritaria para el organismo, así que sólo una mujer con serios problemas nutricionales debe preocuparse de que producir leche pueda suponer para ella un importante déficit nutricional.
En el pasado, cuando la nutrición de la población era deficitaria, las mujeres podían ver comprometidos sus niveles de ciertos elementos (calcio y hierro, por ejemplo) debido a las exigencias de la lactancia. En el mundo desarrollado de hoy en día eso es raro.

d) La leche materna contiene factores inmunológicos que dependen del propio historial inmunitario de la madre, y por tanto su perfil inmunológico es único e idóneo para el entorno en el que le toca vivir al bebé. Esto tiene importantes implicaciones en la salud del bebé y es uno de los principales, pero no el único, puntos fuertes de la leche materna. A mí personalmente no me gusta que las inmunoglobulinas le resten protagonismo al resto de ventajas de la leche materna.
La leche de fórmula está enriquecida en vitaminas y factores implicados en el funcionamiento del sistema inmunitario, pero no propiamente en anticuerpos o células inmunitarias. Esto se utiliza para publicitar las leches de fórmula como que "ayudan a reforzar el sistema inmunitario" de forma torticera, pero todo es una gran filfa porque en el fondo están dando gato por liebre.

e) La leche materna tiene mejores características organolépticas que la leche de fórmula.
Si tuviéramos que compararla con algo, la leche de mujer tiene aspecto, olor y sabor a leche desnatada de vaca edulcorada (¡¡¡a pesar de su alto contenido en grasa!!!), con un sutil toque avainillado y diferentes aromas en función de la alimentación de la madre y otros factores fisiológicos. Pero los adultos que la han probado reconocen que está "buena".
La leche de fórmula, que normalmente se prepara desde polvos, no tiene el mismo color, la misma textura, el mismo olor ni el mismo sabor que la leche humana auténtica. El olor de los polvos es desagradable, a veces quedan grumos y posos si no está preparada midiendo con mucha precisión las cantidades de agua y polvos, hace algo de espuma y no tiene un sabor tan agradable. Hasta los propios bebés rechazan unas marcas de fórmula con respecto a otras.
Cualquier persona que haya probado una y otra reconocerá que no hay color: sabe mejor la materna.

f) Pese a los esfuerzos de la industria, la composición nutricional de la leche humana y de fórmula no coinciden exactamente.
En porcentaje, la leche de fórmula tiene más proteínas, menos grasa y menos hidratos de carbono que la leche humana auténtica.
El mayor contenido en proteínas, con un perfil proteico diferente, así como la ausencia  de proteína lipasa y otros factores que contribuyen a la digestibilidad de la leche, hacen que la leche de fórmula (proveniente de leche de vaca modificada) sea pesada e indigesta para los niños.
Es el motivo oculto del misterioso fenómeno por el cual los niños de pecho se alimentan cada dos horas más o menos, y los niños de biberón suelen aguantar hasta tres (o más, si los padres les meten un biberonazo de órdago). Ante dicho fenómeno, los padres PALETOS dicen: "¿Lo ves? Ahora sí que está bien alimentado, ya no se queda con hambre. Duerme como un bendito". Los padres bien informados dicen: "Pobre niño, está tan empachado que no se puede ni doblar".

g) La teta proporciona la cantidad de alimento adecuada, sin pasarse. Cuando el bebé está saciado, deja de mamar. Ese proceso tan sencillo no sucede del todo con el biberón, que entra "demasiado fácil". No todos los padres saben que los biberones también se dan a demanda y algunos no paran hasta que el niño se acaba la cantidad que recomienda por defecto el fabricante. Resultado: niños empachados, con digestiones pesadas, más tendencia a regurgitaciones. Los padres PALETOS lo ven tan normal y siguen pensando que la leche de fórmula "alimenta más". No se han molestado en buscar, ni nadie les ha informado adecuadamente, que la leche materna y la leche de fórmula tienen un valor calórico por cada 100 ml muy similar, si acaso superior en la materna, y que por tanto la leche de fórmula no alimenta "más" ni en cuanto a contenido calórico ni en cuanto a calidad nutricional, a mismo volumen. Y aumentar el volumen para que el niño engorde más, como si quisiéramos venderlo después en una feria de ganado, es una estrategia nutricional inadecuada.

h) Los suplementos que se añaden a la leche de fórmula están fenomenal, lástima que la biodisponibilidad de los componentes de la leche materna es muy superior. Es un problema extensible a otros suplementos nutricionales (tabletas de vitaminas, etc): se absorven mejor los componentes presentes en los alimentos que los componentes "añadidos después".
Ejemplo: vitaminas, minerales, ácidos grasos... La leche materna (como todas las leches de mamíferos) tiene bajo contenido en hierro, pero dicho hierro se absorve con la mayor eficiencia que se conoce en un alimento. En la leche de fórmula esto no sucede así. ¿Solución? Añadir mucha más cantidad de hierro a la fórmula, aunque la mayoría "se desperdicie". Ídem con el contenido de vitaminas, ácidos grasos y otros minerales.
El cuerpo es así de puñetero y ni capta ni usa igual los nutrientes presentes de forma natural en los alimentos que los nutrientes "añadidos". Basta observar de forma crítica los anuncios publicitarios de leche de continuación para darse cuenta de que se cuidan muy mucho de equiparar los efectos fisiológicos de la leche que venden con la leche materna (ejemplo: beneficios para el desarrollo psicomotor), bajo pena de que les acusen de publicidad engañosa.


i) El envase y método de administración de la leche materna es inigualable. Equiparar una madre con un biberón es insultar la inteligencia de los bebés. ¿Acaso es lo mismo hacerlo con un consolador que con un hombre? Una madre proporciona a su bebé algo más que la versión natural de una tetina. Hay gente que es incapaz de entender esto y piensa que es mitología naturista. Si un bebé sigue entusiasmado pidiendo teta a pesar de que ya no necesita la leche materna para su crecimiento no es porque sea un adicto vicioso, si no porque mamar de su madre le aporta algo más que un chupito de líquido blanco.

j) La practicidad. La leche materna suministrada por la madre es gratuíta, no requiere preparación (enrasar cacitos, medir agua, esterilizar envases, decidir qué material y forma tiene la tetina, calentar...) y no contaminante. Lo único malo que tiene es que la forma óptima de administración requiere que una madre cuide de su bebé durante un tiempecito en exclusiva, cosa que beneficia psicológicamente a ambos y solo molesta a los empresarios negreros que opinan que el deber de una madre reciente es trabajar el máximo tiempo posible, a ser posible con el menor sueldo posible (como queda un poco feo presentarlo así lo maquillan con brochazos de pseudofeminismo trasnochado y lo venden como que es "mejor para la mujer").

Por último, dejo en el aire una reflexión, por si alguien quiere dedicarle 5 minutos a pensar en el asunto:

Los mamíferos llevan sobre el planeta Tierra algo así como 200 millones de años.
Los primates llevan algo más de 65.
Los homínidos, no llega a 5.
El Homo sapiens, anatómicamente moderno, ponle que unos 200.000 años.
Nestlé lleva haciendo leche maternizada menos de 100 años, y a las pocas décadas de ponerla a la venta empezaron a surgir las evidencias médicas criticando su invento.

¿Qué sistema es el que funciona mejor, el natural o el artificial? ¿Creeis que realmente la Naturaleza se lo ha montado muy mal? Entonces dadle un voto de confianza a la lactancia materna antes de pasarse al biberón:

Algunas perogrulladas (pero que a la gente no le entran)(II): Conducta lógica ante los problemas de la lactancia materna

6 de febrero de 2014

Cinco cosas que vas a echar (mucho) de menos durante la lactancia

(Nota importante: esta entrada la escribí hace bastante tiempo, cuando le daba aún lactancia exclusiva a mis hijos y las tetadas eran muy frecuentes, un buen día que me dio un ataque de nostalgia. Por la propia evolución de la lactancia, que hace que la vida social de la mujer vuelva a su cauce sin renunciar a dar el pecho esporádicamente, ya no me siento identificada con muchas de las cosas que a continuación escribo, o han dejado de incomodarme tanto. No obstante, cuelgo la entrada por si alguna otra lactante le pudiera hacer gracia...)

De todas las etapas reproductivas de la mujer, embarazo y lactancia son las más cortas (no cuento el

parto, obviamente, porque técnicamente no es una "etapa").
Lo más frecuente (lástima) es que la lactancia sea incluso más corta que el embarazo. Pero ¿qué ocurre con aquella que opte y disfrute de una lactancia más prolongada que el promedio? (según las encuestas estaríamos hablando de más de tres meses)...Basta ese periodo de tiempo para empezar a echar de menos algunos detalles de la vida cotidiana. Incluso se puede suspirar pensando en cuándo acabarán esas renuncias que la lactancia implica...

Estoy segura de que muchas lactadoras (felices, ¿eh?) os sentiréis identificadas con lo que yo personalmente

echo de menos durante mi lactancia:

1) Pillarse una buena cogorza
No veo la hora de volver a poder tomar alcohol sin pensar en la moderación, ni el porcentaje, ni los grados, ni las dos horas de margen entre tomas...Nada de quitarme la espinita con una clara de limón muy rebajadita de cerveza, o un sorbito de vino o de cava, no, no...¡¡¡Yo lo que quiero es poder voler a pimplarme un cubata bien cargadito detrás de otro!!! Fantaseo sin parar con montar una fiesta de destete con mis amigos, en mi casa, sin niños, donde circule el alcohol sin parar, la gente venga con instrucciones expresas de pasarse del "puntillo" y la cosa acabe convirtiéndose en Sodoma y Gomorra. Recuerdo con nostalgia las borracheras pasadas y suspiro por volver a tener sensación de resaca, o paladear licores variados sin pensar en si contamino mis fluidos corporales...La verdad es que no, no me extraña en que se pongan de moda las fiestas de destete, porque hay que desquitarse. Al fin y al cabo esa es la vida...unos dejan de mamar...y otros se maman. :D

2) Cafeina a cascoporro
Esto va ligado al punto anterior. El margen de consumo de cafeína durante la lactancia es de unos 300 mg al día, así que una coca-cola, un café o un té están sobradamente permitidos, pero no puedes evitar sentirte culpable si nada más tomártelo tienes que dar de mamar, e inconscientemente controlas la ingesta y prefieres bostezar a aumentar la dosis...¡Cuando a menudo necesitarías varios Red-Bull, uno detrás de otro, para superar una mala noche!! ¿Y qué decir de los pesados que saben que das teta y se ponen a chillar cuando te ven consumiendo algo con cafeína?

3) Poder ponerse vestidos largos ajustados abrochados por detrás (y prendas difíciles de abrir por delante en general)
Porque ya no será necesario que en cierto momento del día nos tengamos que bajar un tirante, o subirse una camiseta, o desabrocharse un botón, o abrirse una cremallera, o forzar un escote. Podremos ponernos lo que queramos sin tener que pensar en cómo nos las apañaremos para sacar la pechuga sin desvestirnos enteras. Yo tengo un vestido que me compré por capricho y está en el armario esperando que lo estrene. Me muero de ganas...¡¡creo que es el que me pondré en mi fiesta de destete!!

4) Volver a usar con profusión anillos, relojes, pulseras... 
A las lactantes se nos distingue a diario por llevar los brazos desnudos. Para no arañar a los bebés en cualquier posición prescindimos de anillos superfluos, pulseras e incluso relojes. Pero llegará un día en que podamos volver a adornarnos como sultanas, con kilos de pulseras en cada muñeca, a cual más gruesa y llena de aristas, anillos enormes que abulten mucho (varios por cada mano), por no hablar de pendientes colgantes con mucho brillo y que tintineen sin cesar, con la seguridad de que no distraerán a nadie ni nadie estará a punto de arrancarnos una oreja intentándonoslos quitar!!!!

5) Recuperar la líbido
Creo recordar que hubo un tiempo en que me interesaba más el sexo y tenía más iniciativa... Mmmmmmm....a veces pienso si no lo he soñado...

Formas imaginativas de conservar pequeños volúmenes de leche


Cuando la madre lactancte quiere conservar su leche, ya sea para tener una pequeña reserva que le permita alejarse del bebé unas horas de dia o de noche, o porque se incorpora a trabajar, sale la duda de dónde conservar los pequeños volúmenes de leche (50 ml o así) que en todos sitios recomiendan para estos casos.

¿Por qué volúmenes pequeños de leche? Porque por higiene elemental los restos de leche que quedan en un biberón deberían desecharse, o como mucho "guarreo" consumirse en las 24 horas siguientes siempre y cuando no se hayan dejado en ningún momento a temperatura ambiente, directos al frigorífico. La leche materna, en contra de lo que se creía, no es estéril: contiene bacterias beneficiosas para la digestión de la propia leche, y aparte la saliva del bebé "contamina" la leche, materna o artificial.Conservar esa leche es correr el (pequeño) riesgo de convertirla en una sopa bacteriana que cause diarreas y vómitos al niño.

Desperdiciar leche artificial es un fastidio porque es muy cara, pero desperdiciar leche materna duele en el alma porque sacársela implica tiempo y dedicación, y es valiosa como oro blanco.
Así que recomiendan conservarla en volúmenes pequeños de manera que si el bebé quiere algo más de leche, no tengamos que descongelar 150 ml y desperdiciar luego 80 ml, por ejemplo.

¿Pero tienen que ser 50 ml obligatoriamente? Pues evidentemente no. Convienen tener diferentes volúmenes congelados: 150 ml, 100 ml, 50 ml...incluso menos. Si ya sabemos lo que suele tomar el bebé podemos ir afinando. A mí esas tres medidas me parecen bien (las madres únicas que aumenten la proporción de tarritos de 50 ml, y las múltiples, de 100  ml, porque tendrán que dividir entre dos...)

Problema: la mayoría de biberones que se pueden utilizar para conservar leche son de 150 ml o 250 ml o incluso mayores. Las bolsas de congelación de leche suelen ser de 150 ml y los botecitos de plástico o cristal que venden, suelen ser de 80, 100, 120... Conservar multitud de biberones o bolsas con capacidad de 150 ml sólo con 50 ml de leche es incompatible con la capacidad de cualquier congelador promedio.
Las bolsas de congelación y los tarritos son bastante caros (y encima las bolsas no se pueden reutilizar) así que convienen llenarlas del todo.

Os cuento dónde guardaba yo, que soy de la Cofradía de la Virgen del Puño Cerrado, la leche congelada en volúmenes inferiores a 100 ml: tarros de conserva pequeños, como los que se usan para meter anchoas, convenientemente lavados y esterilizados.
Nunca hay que llenarlos hasta el borde, hay que evitar el contacto con la tapa, considerar el aumento del volumen durante la congelación y ponerlos a congelar de pie. El volumen que admiten es de unos 80-90 ml máximo y por tanto, van bien para conservar 50 ml de leche (el mismo biberón de recogida del extractor de leche sirve para calcular el volumen).
Ídem para frascos de similares dimensiones (de potitos para bebés de 4 meses, salsas...).
Cuidado con los frascos de potitos: son de cristal fino y se rompen fácilmente en el congelador.



Habrá quien diga (porque se ha estudiado bien la lección): "¡¡El cristal no es adecuado para recoger y congelar leche porque las inmunoglobulinas/leucocitos/factor de inmunidad de turno se quedan pegados!! Es más adecuado el plástico".
La verdad es que aunque todavía no existe un consenso muy definido al respecto, sí es cierto que hay algún estudio que señala que el plástico (duro y de buena calidad, con composición "conocida", para uso alimentario) conserva mejor los factores inmunitarios de la leche.

Personalmente, creo que preocuparse por un anticuerpo más o un anticuerpo menos es ridículo (Carlos González también ironiza al respecto) y que es un error conceptual considerar que la leche materna es lo mismo que la artificial solo que con inmunoglobulinas. ¿A qué viene esa obsesión con las inmunoglobulinas? La leche materna se diferencia de la artificial en sabor, textura, composición nutricional y presencia de factores lipídicos y proteicos, aparte de en los dichosos anticuerpos. La leche materna mal calentada y mal descongelada que haya perdido inmunoglobulinas sigue teniendo una composición más adecuada y más adaptada a la edad del bebé que la leche artificial, y debe administrarse al bebé de forma preferente con respecto a la artificial.
Pues anda, que si la gente que se dedica a enrasar cacitos se pusiera tan tiquismiquis con preservar la composición precisa de la leche...

Una vez aclarado que cuando alguien proporciona lactancia materna a su bebé de forma "prolongada" no debe preocuparse por si un puñado de anticuerpos o leucocitos más o menos se le quedan pegados en el tarro, voy a detallar dos maneras aún más imaginativas de conservar pequeños volúmenes de leche.

En otros países, por ejemplo, recomiendan a las madres congelar la leche en una hielera de cubitos grandes, de estas antiguas que tienen una especie de rejilla separadora que hace que el líquido se congele en cuadrados. La leche se guarda en horizontal y el resultado son unos cubos grandes de leche que se pueden ir descongelando a medida que se necesiten.
 Las hieleras más habituales de cubitos "pequeños" son menos prácticas porque congelan volúmenes demsiado pequeños y las bolsas de hielo rellenables no son adecuadas para llenarlas de leche, porque se desperdiciaría mucho llenándolas.

Este mismo sistema se recomienda para congelar purés "puros" de verduras y carnes para cuando el bebé inicia la alimentación complementaria, de manera que escogiendo un "cuadrado" de esto o aquello se crea el menú diario: hoy, toca un cuadrado de patata con uno de zanahoria y uno de pollo.

El otro sistema del que tengo noticia es el de crear polos de leche materna (en las poleras que venden a tal efecto, con palito corrrespondiente). Hay quien las recomienda para aliviar las molestias de los dientes. No los he probado porque a la edad en la que mis hijos parecían molestos por los dientes no me apetecía "desperdiciar" la leche haciendo polos que gotean y se rompen, enguarrando la alfombra, pero la verdad es que dar polos de leche materna a tus hijos es toda una anécdota.

¿Alguien más conoce formas originales de conservar la leche que merezca la pena dar a conocer?