1) Darle leche tuya o artificial en biberón de forma rutinaria
La forma de succionar de la teta y del biberón es diferente. No te creas los anuncios de biberones "fisiológicos" o "anatómicos": es márketing (no pretenderás que anuncien biberones "antinatura", ¿verdad?). De un biberón normal se obtiene más chorro con menos esfuerzo y hasta que la lactancia no esté plenamente instaurada (al menos mes o mes y medio después del nacimiento) no es aconsejable dar nada al niño con biberón, porque puede darse dos situaciones laboriosas de solventar:
a) La llamada "confusión tetina-pezón", en la que el niño que ha aprendido a sacar leche del biberón pretenda seguir la misma técnica con el pezón. La consecuencia es que no sacará la cantidad de leche necesaria, no estimulará el pecho como debe (con consecuencias en la producción) y puede ocasionar heridas en el pezón.
b) El bebé es muy listo, sabe cómo beber del biberón y del pezón de forma distinta peeeero ese ha vuelto acomodaticio, se niega a ser él el que haga el trabajo duro y dice que el pezón te lo metas donde te quepa: llorará mucho, se resistirá, se negará a comer, se cansará pronto...sabedor de que mágicamente aparecerá un biberón de alguna parte.
Todo esto se puede evitar borrando la palabra biberón de tu cerebro (y del cerebro de los profesionales sanitarios, pero eso es más dificil...) durante el primer mes de vida del bebé. Asegúrate de que el hospital donde das a luz es un centro IHAN o está en proceso de acreditación. Aún con eso, presenta un plan de parto. Si llega el caso y te separan del niño, insiste en que te niegas a que le den suplementos con biberón. Y si a pesar de todo te desobedecen y el niño sale del hospital con el biberón en la boca, acude a un asesor de lactancia para sustituir la lactancia mixta o artificial por la natural cuanto antes (lo puedes intentar tú sola pero yo siempre recomiendo que te supervise o asesore un profesional de la lactancia).
Quizas te aconsejen usar un biberón con válvula, que es igual de "trabajoso" que el pezón (el famoso Calma de Medela, etc). Tiene un problema: es realmente tan "duro" que si el bebé es pequeño, vago o flojo le puede suponer una tarea titánica sacar algo de allí, y volvemos a las mismas. Precaución también.
Si te hablan del método Kassing (una técnica de administrar leche con biberón de determinadas características) que sea bajo la supervisión de un profesional.
La alternativa a los biberones para los recién nacidos son los vasitos/cacitos/cucharitas tradicionales (un método algo lento y sucio), las jeringuillas (para mí la opción más cómoda, limpia y rápida) y los relactadores (se suelen usar en neonatos). De estas maneras se puede dar de comer a un recién nacido sin poner trabas a que en el futuro se enganche bien al pezón, o se facilitará el paso de la lactancia mixta a la materna exclusiva.
Todas estas precauciones contra los biberones parecen una exageración pero no lo es. De hecho existe la frase "el biberón es la tumba de la lactancia". Si no se promueve enseguida el buen enganche al pecho para que se garantice una buena producción de leche en la madre, se empieza a desconfiar de las tomas que no son a biberón y empezamos a abusar de los biberones por allí y por allá, al final se puede llegar a la conclusión de que sólo nos fiamos de que el bebé coma algo y aumente bien de peso con el biberón, y entonces la lactancia materna estará herida de muerte.
A partir de los dos o tres meses, superados los brotes de crecimiento del bebé, regulada la producción de leche en la madre y una vez que el bebé está espabilado y es un avezado lactante, sí se pueden dar biberones sin temor, aunque la mayoría de bebés se extrañarán al principio y necesitarán unos días de adaptación al artilugio.
2) Abusar del chupete
Un chupete es un biberón del que no sale nada, así que puede aplicársele algunas cosas de lo explicado en el punto anterior. Los chupetes en general tampoco están recomendados mientras la lactancia no esté bien instaurada y deben usarse con tiento y moderación, reservándose solamente para situaciones en los que el bebé esté estresado, llorando y la madre no pueda ponérselo al pecho para relajarlo.
Porque hay una cosa que debemos grabarnos a fuego en las meninges: el chupete es un sustituto de la madre, no a la inversa. No hay mamás usadas como chupete: hay chupetes ejerciendo de mamás.
Cuando hay que relajar a un recién nacido que llora, el método de relajación de elección debe ser ponérselo al pecho: aunque no quiera comer realmente, estimulará la producción de leche.
Otro riesgo: si interpretamos mal el motivo por el que llora un bebé hambriento, le ponemos un chupete en la boca y el muy tolili se queda conforme, estaremos perdiendo una toma y por consiguiente una ocasión de oro para estimular la producción de leche.
A todos nos gustan los bebés calladitos pero ¡ojo!. Si la madre está disponible no hay chupete que valga.
Cuando la lactancia esté bien instaurada, ya tendremos tiempo de intentar taponarle la boca al niño cuando llore o queramos que duerma.
Aparte de eso, atención:
a) En cuanto empiezan a salir los dientes, y sobretodo a partir del primer año, debemos empezar a pensar en deshacernos del chupete definitivamente, y por tanto no nos interesa convertir al bebé en un chupete-adicto.
b) Los niños de pecho en general son menos chupeteros que los niños de biberón, y no debemos forzarles a que usen chupete si no lo desean. Y es que los niños no son tontos y saben que un chupete no es igual a una madre igual que un consolador no es igual que un hombre.
3) No respetar el orden correcto de: primero teta, después otra leche
Si por cualquier problema con la lactancia hay que suplementar al bebé con leche artificial o materna, el orden debe ser SIEMPRE, primero la teta, después el suplemento. Si se sigue ese orden pueden pasar dos cosas:
a) Que la toma de teta sea catastrófica y estemos seguros de que ha habido mal enganche, o el bebé casi no succione del pecho. No pasa nada: al menos ha habido estimulación del pezón y por tanto, estimulación de la producción de leche. Entonces procederemos a darle suplemento al bebé, evitando el biberón (véase punto uno). En la siguiente toma intentaremos de nuevo una toma al pecho, intentando que vayan mejor las cosas. Recurriremos a un asesor de lactancia urgentemente si la situación se repite por norma.
b) Que no tengamos motivos reales para desconfiar de que la toma ha sido mala: buen agarre, succión nutritiva, duración adecuada, el bebé acaba satisfecho y no llora cuando se suelta del pecho...En este caso dar suplemento no está justificado salvo que tengamos una desconfianza enfermiza en la naturaleza. Si el bebé se queda con hambre contra todo pronóstico, volverá a pedir pecho al poco, y es lo que le deberemos dar para garantizar la producción de leche.
Sólo se darán suplementos si tenemos motivos palpables para pensar que la toma ha sido un fracaso (porque el bebé no se queda satisfecho y sigue llorando).
Si el bebé parece que tiene problemas de ganancia de peso y por eso el pediatrá recetó suplemento, el orden sigue siendo el mismo: primero estimular a la madre, después el suplemento, y a ser posible, de leche materna extraída. Si un pediatra que no es especialista en lactancia te receta suplementar y ya no digamos sustituir la lactancia materna por artificial, consulta con un asesor de lactancia cualificado antes de abandonar la lactancia. Lo más probable es que hayas caído en manos de un pediatra incompetente en temas de lactancia, que el problema de peso de tu hijo no sea tan serio y que se pueda salir del bache solamente con lactancia materna exclusiva o mixta.
Moraleja: para no perder la estimulación de la producción de leche, las tomas de pecho nunca deben saltarse, como mucho complementarse con leche extra, y sólo si tenemos motivos suficientes para hacerlo.
AHORA BIEN
También es cierto que en muchas unidades de neonatos por ejemplo, incluso en hospitales IHAN súper respetuosos, dan un pequeño volumen de suplemento al recién nacido incluso después de una buena toma del pecho de la madre, para quedarse ellos más tranquilos y, por qué no decirlo, para "sincronizar" a los bebés y que aguanten todos por igual un intervalo de tres horas entre tomas.
Lo hacen por temas de organización y tú no debes proceder de la misma manera, a no ser que quieras desconfiar permanentemente de tu capacidad de alimentar al bebé, quieras convertirte en una neurótica obsesiva o depender para siempre de la lactancia mixta, que el paso previo a un destete asegurado.
(continuará)
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