En la escasa y a veces lamentable información "formal"que una embarazada recibe acerca de la lactancia materna (alguna revistucha por allí, los penosos cursos de preparación al parto por allá...) se hace poco hincapié de que una lactancia exitosa atraviesa diversas fases y estadios, cada uno con sus peculiaridades. Lamentablemente los inicios son los más dificultosos, pero merece la pena aguantar el tirón porque después todo se normaliza y se vuelve más llevadero.
Y no creo que en los cursos de preparación al parto quede bien claro este concepto. Más bien la información sobre la lactancia se convierte en un análisis simplista del estilo: "la leche materna es lo mejor porque ahora es lo que dice la OMS", "tiene anticuerpos que son muy buenos", "si te duele es que el bebé está mal puesto". Así que la típica embarazada primeriza paleta no sabe bien lo que la espera y lo más probable es que sólo haya oido narraciones escabrosas de amigas y familiares que dejaron de dar el pecho pronto porque les pasó algo fatal, y tengan miedo de que la lactancia sea un trance horrible pese a lo fotogénica que la pintan:
Yo resumiría la lactancia en una serie de fases o estadios más o menos bien delimitados en el tiempo:
-Primer mes: en el que se suelen acumular las dudas e inseguridades y surgir los primeros problemas.
La madre no está en plena posesión de sus facultades físicas y mentales: loquios (AKA, "sangrar como una gorrina"), grapas de cesáreas, puntos de episiotomías, desastres vaginales varios, subida de la leche especialmente febril, cansancio, falta de sueño, las hormonas regulándose, la madre/suegra diciendo gilipolleces, visitas y más visitas, desconcierto, confusión, quizás tristeza si el parto ha sido desilusionante, la casa hecha un desastre, regalos que se acumulan... Esto es importante porque sin la debida serenidad y presencia de ánimo los eventuales problemas que surjan no se encaran igual.
Los problemas que se presentan suelen venir derivados de que el niño no engorda lo que el pediatra dice que debe engordar, que las tomas duelen y nadie parece dar con la causa del problema (salvo la suegra y el pediatra: ausencia de biberón) y que el niño a veces se pasa tooooodo el día a la teta (la expresión "toooooodo el dia a la teta" es subjetiva y debe ser evaluada por un asesor de lactancia).
El resultado es que si las cosas no van fluidas (parto más o menos respetado, buen agarre de inicio, paz en las tomas, el niño engorda adecuadamente, mínimo apoyo familiar...) la acumulación de factores (malos consejos, ser unos
primerizos especialmente paletos, tener un bebé no demasiado colaborador por reflujo, frenillo, cólicos..., o tener el pediatra o la matrona
más ineptos en diez kilómetros a la redonda) puede dar lugar a lloros,
quebrantos, dolores innecesários y a la postre, un fin prematuro de la lactancia que a la larga puede convertirse en
una espinita clavada: "a mí hubiera gustado darle más, pero... (póngase
la excusa X)".
En el primer mes el bebé experimenta unos brotes de crecimiento que no son desdeñables y la duración de las tomas es especialmente larga. Algunos primerizos paletos muy despistados que se pensaban que los niños comían cada tres horas, dejaban mucho tiempo libre porque dormían mucho y que por la noche dormían del tirón salvo a los que les malcrían por no haberles hecho el Estivill a tiempo, pueden encontrar la situación insostenible y pasarse al biberón "por si la cosa es más llevadera" (yo a estos padres personalmente les quitaba el niño y se lo sustituía por un Furby).
-La crisis del tercer mes: una vez superado el primer mes, que es el de adaptación, la madre empieza a hacerse a los ritmos del bebé y pilla una rutina. ¡Lástima que dure tan poco!! Un bebé evoluciona tan rápido que cada mes cambia las reglas del juego, la madre tiene que readaptarse continuamente a la nueva situación y por si fuera poco, entre los dos y los tres meses se suele producir un brote de crecimiento en el bebé, con alteraciones en el patrón de lactancia, que pueden llegar a desquiciar a la más motivada: aumento irritante en la demanda, aparente rechazo del pecho, lloros incomprensibles al poco de iniciar la toma... Pueden sumarse más factores: atragantamientos por exceso de eyección de la leche que cabrean al bebé, reflujos que perduran, manías a ciertas posturas...
Un bebé que llora la pecho es más de lo que una abuela pro-biberón puede soportar, los malos consejos ambientales pueden seguir acumulándose y si el niño anda flojillo de peso y seguimos visitando al pediatra inepto, la lactancia puede verse herida de muerte
La parte "buena" de esta etapa es que el pecho se regula: ya no se nota tanto la subida de la leche, el pecho deja de gotear, los pezones ya no parecen plazas de toros, se recupera la talla "normal" (...sniff!!!!)...pero eso tiene un lado oscuro...y es que parece que todas hemos nacido con la fórmula en la cabeza de "niño que pide mucho + llora cuando mama + pecho flácido = se me ha acabado la leche misteriosamente como por efecto de una maldición gitana".
-Del tercer al sexto mes: las madres afortunadas/motivadas/bien informadas/bien asesoradas que hayan sobrevivido hasta ahora, verán que en comparación con lo que sucedía antes, la lactancia se vuelve una balsa de aceite. Rutina en las tomas, tomas de menos de 10 minutos, el bebé ya no llora tanto, tiene más mobilidad y es más fácil ponérselo al pecho en otras posturas, las noches se hacen más llevaderas...Si hemos llegado hasta aquí y el niño crece sano, ninguna abuela pro-biberón puede decirnos ya "¿seguro que tu leche es buena?", "¿no será que el niño se queda con hambre? ", "¿estás segura de que no merece la pena darle biberón?". Se empieza a disfrutar de la lactancia, casi no hay "peros".
Lamentablemente, a menudo la vuelta al trabajo viene a traer un nuevo quebradero de cabeza: tener que sacarse leche para tener reservas, y tener miedo de que la lactancia "muera" por empezar a trabajar.
No debejos dejar que el agobio por tener leche congelada nos arruine lo que queda de baja maternal, ni agobiarnos por que la lactancia se volatilice en cuanto empecemos a trabajar. Muy malas tienen que ser las condiciones de trabajo para no poder combinarlo con la lactancia.
-A partir del sexto mes: una madre campeona que haya llegado hasta aquí no tiene nada que temer salvo llegado el momento de que al angelito le salgan sus primeros dientes, y su creciente interés por el mundo exterior. Empiezan las "risas" al pecho: el niño que se despista y no está "a lo que hay que estar", gira la cabeza estirando del pezón, manosea la teta y "sintoniza" el otro pezón, en el caso de gemelos sincronizados en la toma, se molestan entre hermanos (uno tira del pelo, el otro le mete el dedo en el ojo, le "roba" su teta...) ...y los temibles mordiscos: lleva un tiempo enseñarles que los mordiscos no le hacen gracia a mamá.
-Cerca del año: idealmente los mordiscos se han controlado y pasan a ser leves y puntuales. La teta ha pasado, de forma progresiva y pacífica, de ser alimento principal a "postre especialmente elaborado por mamá" o "tentempié que sienta bien a todas horas" o "delicatessen de bebé privilegiado". Lo que resta tiempo a la madre no son las tomas de pecho...es tener que estar detrás un gateador explorador.. La ternura en las tomas se incrementa. El niño balbucea con el pezón en la boca, acaricia a su madre y al pecho, toquetea el pezón con el índice como si fuera lo más maravilloso del mundo, hace pedorretas en la teta (¡más cuanto más le guste a la madre!) y se queda holgazaneando en el pecho lo que su madre le deje porque...¡¡se está tan a gusto!!
La cara oscura de esta fase son las malas noches: un bebé acostumbrado a dormirse a la teta que sea de los que se despiertan mucho, pueden romper la armonía familiar. Es hora de plantearse medidas como el destete nocturno.
-Pasado el año y hasta que llegue el destete: la lactancia se mete en el armario. Las presiones externas vuelven a agudizarse porque la sociedad deja de ver normal que un niño que habla, anda y toma leche con colacao, siga mamando de su madre. Si el lactante es varón, se añaden elementos freudianos por parte de las mentes más sucias. Las peticiones de teta en situaciones sociales poco favorales pueden causar alguna situación incómoda. La madre tendrá que valorar la situación.
-Destete: el momento temido de toda madre lactante.
Si llega prematuramente, la madre se habrá visto privada de la luna de miel de la lactancia y puede tener sentimientos de culpa, arrepentimiento por "no haber hecho más", o rabia si la lactancia cesó debido a malos consejos médicos o problemas solucionables.
Siempre hay gente animosa dispuesta a ayudar con los consabidos mantras de "los niños criados a biberón crecen perfectamente sanos", "las leches artificiales de hoy en dia son tan buenas y seguras como la leche materna", pero aparte de ser afirmaciones que no se pueden sostener con datos científicos en la mano, no contemplan el aspecto psicológico de la lactancia para la mente materna.
Una lactancia robada puede suponer una frustración tan grande para una mujer como haber sufrido un aborto espontáneo o que le hayan "robado su parto". Es una fase bonita de la sexualidad femenina que si no ha podido vivir, puede acarrear un sentimiento de duelo y de pérdida que hay que superar y no subestimar.
Es una lástima que por un mal inicio de la lactancia en el hospital, malos consejos profesionales por parte de médicos con poca formación en temas de lactancia o problemas solucionables (grietas, pezón plano, frenillo corto...) una mujer tenga que dar el pecho menos tiempo del que a ella le hubiera gustado.
El destete natural es progresivo y suele darse de mutuo acuerdo entre una madre que poco a poco se ha ido haciendo a la idea de que su hijo "ya es mayor" y un niño que ya no necesita la "teti", ni nutricional ni emocionalmente. No siempre la ruptura es un acuerdo al 50%: a veces la madre dice "hasta aquí hemos llegado, ya está todo el pescado vendido", y a veces es el niño el que muestra falta de interés y le "hace la cobra" a su madre. Seguramente un niño no muy mayor ni se acuerde de todo este tema, pero a una madre le puede costar conformarse con los tiernos recuerdos del pasado.
RESUMIENDO: la lactancia puede empezar siendo una tormentosa relación de amor-odio, estilo Romeo y Julieta ("nos queremos pero no nos lo ponen fácil, lo nuestro es imposible") para pasar a ser un consolidado matrimonio (conveniente, rutinario, con alguna crisis puntual pero basado en el cariño y comprensión mutuos) y acaba siendo una despedida al más puro estilo "Casablanca": fue bonito mientras duró, seguiremos siendo amigos, siempre nos quedará París.
Es este caso "París" son esos recuerdos de ese cuerpecito abrazado estrechamente, con sus ojitos limpios, puros y tiernos mirándonos con gran amor como si fuéramos lo mas importante del mundo, viendo reflejada nuestra sonrisa en su pupila, con su suave mejilla en nuestro pecho calentito, mientras nos acariciamos mutuamente, sin preocupaciones, ni ansia, ni dolor.
¿Es o no es una lástima que haya mujeres que no puedan o no quieran llegar a vivir esto, por prejuicios culturales, excusas inventadas, mitos erróneos, malos consejos o poca motivación para superar un problema puntual?
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